LUCA
El amanecer se filtraba por las persianas de la habitación de hotel donde Luca se había instalado temporalmente. Llevaba tres días sin presentarse en la mansión Moretti, tres días sin ver a Bianca. Observó su teléfono sobre la mesita de noche: ninguna llamada, ningún mensaje. Sonrió. Todo marchaba según lo planeado.
Se levantó con calma, disfrutando del silencio. La paciencia era un arte que había perfeccionado a lo largo de los años. Como francotirador en sus días de servicio militar, había aprendido a esperar horas, incluso días, por el momento perfecto para disparar. Ahora aplicaba esa misma disciplina con Bianca.
—La distancia crea necesidad —murmuró mientras se servía un café.
Luca sabía que su ausencia provocaría en ella una mezcla de alivio y desconcierto. Bianca estaba acostumbrada a tenerlo siempre cerca, vigilante, como una sombra constante. Ahora, ese vacío comenzaría a inquietarla.
Tomó su teléfono y revisó los informes que le enviaba Matteo, uno de sus hombres de con