BIANCA
El amanecer se filtraba por las cortinas de la habitación de Bianca, dibujando patrones dorados sobre las sábanas arrugadas. No había dormido. Las últimas semanas habían sido un torbellino de revelaciones y dudas que la mantenían en vela, repasando cada detalle, cada palabra, cada mirada de Luca.
Se levantó y caminó hacia la ventana. La mansión Moretti, antes su refugio, ahora le parecía una jaula dorada llena de secretos. Desde allí podía ver a Luca en los jardines, hablando con algunos de los hombres de seguridad. Su postura rígida, siempre alerta, siempre vigilante.
—¿Por qué no puedo odiarte como debería? —murmuró para sí misma, apoyando la frente contra el cristal frío.
Las palabras de Vittoria, su confidente más cercana, resonaban en su mente: "A veces los enemigos no son quienes creemos, Bianca. A veces están tan cerca que no podemos verlos."
Había pasado días revisando los archivos que Luca le había entregado antes de su aparente traición. Documentos que inicialmente ha