—Entre fuego y promesas—
El salón estaba vacío salvo por nosotros dos. La luz tenue que entraba por la ventana dibujaba sombras largas y silenciosas, como si el tiempo también hubiese decidido quedarse en pausa. Desde la reunión, era la primera vez que nos veíamos a solas, y la atmósfera estaba cargada de todo lo que no habíamos dicho.
Me apoyé en el marco de la puerta, cruzando los brazos, mientras Matteo me miraba con esa mezcla de distancia y algo que dolía pero también atraía. No era solo la tensión de un poder que se disputaba, sino un fuego más primitivo que se negaba a apagarse.
—¿Así que esto es lo que querías? —dijo con voz baja, rasposa. —Una revolución envuelta en palabras bonitas.
Lo observé con una sonrisa irónica, sin dejar que mi voz temblara.
—No es revolución, es evolución. Algo que parece que no entiendes muy bien, ¿verdad?
El silencio se volvió un muro entre nosotros, espeso y peligroso. A pesar de nuestras palabras frías, podía sentirlo tan cerca que el calor que d