47

La sangre seca tiene un olor particular. No metálico como cuando aún es tibia, sino algo más oscuro… como un recuerdo que se niega a morir.

Ese olor está en las vendas de Matteo. En su camisa rasgada. En la comisura de sus labios. Pero él está de pie. Vivo. Y mirándome como si no estuviera seguro de si soy real o solo una alucinación provocada por la fiebre.

—Isabella —dice, y su voz es áspera, rota, como si lo hubieran arrastrado por el infierno para devolverlo justo cuando más lo necesitaba.

Dios.

Yo no lloro. Lo decidí hace mucho. Pero hay un nudo en mi garganta que no trago, ni siquiera con vino.

Lo miro.

Y me lanzo.

Mis brazos rodean su cuello con una urgencia animal, y su cuerpo, aunque tembloroso, me sostiene. Su mano se hunde en mi espalda con una fuerza que contradice sus heridas, y por un instante, me niego a soltarlo. Me niego a que esto sea una fantasía breve.

—Estás vivo —susurro contra su piel, respirando su dolor, su rabia, su maldita terquedad.

—Estaba esperando verte
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP