Capítulo 103

— Sombras de un silencio

El sol de la mañana se filtraba suavemente entre las cortinas de lino, pintando de tonos dorados las paredes de la habitación. Cristina se encontraba frente al gran espejo de cuerpo entero, observando con detenimiento su reflejo. Llevaba puesto un conjunto color blanco: una blusa de seda ajustada a la cintura y una falda lápiz que realzaba su porte elegante. Se miraba una y otra vez, no solo para asegurarse de que cada pliegue estuviera en su lugar, sino porque necesitaba convencerse a sí misma de que podía seguir aparentando calma, aunque por dentro se sintiera hecha pedazos.

Isaac salió del baño con el cabello húmedo y un pequeño cepillo en la mano. Al verla, se detuvo en seco y sonrió con esa ternura que solo un niño podía transmitir.

—Mamá, estás hermosa —dijo con su vocecita dulce.

Cristina se giró hacia él y sonrió con emoción contenida. Se agachó para quedar a su altura y le acarició el cabello húmedo.

—¿De verdad te gusta cómo me veo, mi amor?

—Sí, mam
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