Elizabeth debe casarse para salvar a sus padres de la ruina, lo considera una obligación debido a la educación que le proporcionaron en el mejor internado para niñas de Inglaterra y luego en la reconocida universidad de Oxford. Su matrimonio es concertado por su padre y solo se le informa que su futuro esposo es un magnate empresarial muy importante, no le dicen que es un mujeriego empedernido que no tiene en sus planes futuros convertirse en un marido respetuoso y fiel. Pronto Elizabeth destacará por su belleza, inteligencia y atrayente personalidad, logrando llamar la atención de su esposo.
Leer más–Señor Emiliano, señor por favor, ya es hora de arreglarse para ir a la ceremonia.
–Estoy ocupado Max –respondió agitado porque estaba alternando sus estocadas entre una morena voluptuosa y una rubia platinada que gritaba de placer, tenía a las dos mujeres desnudas frente a él con sus caderas levantadas al aire.
–Pero usted me dijo que le avisara.
–Joder Max, en mi habitación está el traje, póntelo y vas por mí.
Al otro lado de la puerta su fiel servidor contuvo la respiración, él no podía hacer eso, ya estaba casado.
–Yo estoy casado señor.
–No te vas a casar tú, solo vas a representarme, inventa cualquier cosa para excusarme.
–Eso no va a salir bien…
–¿Vas a seguir interrumpiéndome?, haz lo que te digo.
El hombre llamado Max, fue a la habitación de su jefe y tomó el traje de tres piezas, el chaleco haría juego perfectamente con el traje que se le había enviado a Elizabeth.
Emiliano había accedido a casarse porque su padre seguía empecinado en la estúpida tradición de su abuelo de que para tomar el mando del consorcio tenía que estar unido en matrimonio a una mujer de una buena familia, bien educada y con excelente reputación.
Ninguna de las mujeres que él frecuentaba cumplían esas tres condiciones, así que permitió que su padre le buscara una esposa.
***
Un mes atrás…
–Hijo ya concerté una reunión con los padres de Elizabeth, pediremos su mano formalmente y celebraremos su matrimonio lo más pronto posible, una vez te cases y te traspase todo, podré hacer mi tan anhelado viaje a África.
–Yo no puedo acompañarte padre, tengo una cena con la representante de la firma italiana que tanto desea asociarse con nosotros. No puedo perder esa oportunidad.
–¿Pretendes que vaya yo solo a pedir la mano de la chica?
–Por las condiciones de este matrimonio, no creo que eso sea relevante, esa chica que accede a casarse así debe ser una niñata consentida y sin personalidad, te aseguro que no llamará mi atención para nada, así que no tengo ningún interés en conocerla. Encárgate de todo y dime la fecha que acuerden, para hacerle espacio en mi agenda.
–Voy a proponer que nos encargaremos de todo el evento, el traje, la fiesta.
–¿Fiesta?, yo no voy a asistir a una fiesta por un matrimonio que no me satisface padre.
–Tú vas a presentarte ante el juez, vas a sonreír todo el tiempo como el más feliz de los esposos y harás un baile con tu mujer porque no quiero ser objeto de críticas ni chismes.
–Padre, voy a cumplir con tu condición, pero no puedes obligarme a comportarme como un esposo feliz con esa chica.
–Tienes que conocerla antes.
–No quiero.
–Te advierto que trabajará en la sede principal, en algún momento tendrás que hablar con ella.
–Si es de trabajo, hablaré con ella, de resto no quiero tener ningún contacto con una mujer que accede a casarse con alguien sin conocerlo y solo para obtener ganancia monetaria.
–Tienes un mal concepto de ella, conozco a sus padres y son personas muy gentiles.
–Seguro lo hacen para salir de su solterona y amargada hija.
Emiliano terminó esa frase y salió apresuradamente de la casa donde vivía eventualmente con su padre, porque tenía un apartamento que utilizaba frecuentemente para sus encuentros sexuales, eso eran para él porque no establecía relación seria con ninguna mujer.
***
No había sufrido ninguna decepción amorosa, no conocía mujer que se hubiera atrevido a engañarlo, simplemente la que le gustaba la poseía y adiós. Sus amigos lo admiraban, envidiaban y criticaban al mismo tiempo, sin embargo, él solo se reía, burlándose de ellos porque no hacían lo mismo.
A veces su mente vagaba hacia unos doce años atrás, cuando en la casa de campo de su abuelo conoció a una vecina, tenía los ojos color violeta, un raro matiz que la hacía lucir preciosa junto a su cabello tan claro que parecía blanco, fueron las vacaciones más extraordinarias de su vida.
La tarde que Lisa le dijo que se marcharía en pocas horas para continuar sus estudios, sintió que su estómago se oprimía, se besaron torpemente y se juraron que algún día volverían a estar juntos.
Volvió durante tres años más a esa casa, pero ya no la encontró y cuando preguntaba le decían que solo habían sido arrendatarios ocasionales, perdió las esperanzas de verla y se dedicó a olvidarla.
Con el correr de los años se convirtió en el CEO de una corporación internacional fundada por su abuelo, cuyo éxito destacaban constantemente en las revistas empresariales, era frío y despiadado para los negocios.
También se convertía en un volcán de lava ardiente para las mujeres que se cruzaban en su vida. Espontáneamente jamás hubiera pensado en casarse, pero se aseguraría de que el matrimonio durara lo justo para recibir el traspaso por parte de su padre y luego alegaría cualquier excusa para solicitar la separación.
***
En la actualidad…
Terminó con las mujeres y se arregló para asistir al brindis por su boda, salió al patio trasero de la mansión familiar donde se había acondicionado el espacio para la celebración. Buscó a su padre y este indignado le dijo:
–¿Cómo se te ocurrió enviar a tu asistente a suplirte para la boda?
–Estaba ocupado padre.
–Estabas cogiendo con las dos mujeres que vi salir por la puerta de servicio, no tienes vergüenza, no respetas la casa familiar, tú tienes tu puto apartamento donde puedes meter a quien sea que te consigas en la calle, pero en esta casa no, eres imposible.
–Era mi despedida de soltero papá.
–¿Minutos antes de casarte?, yo no encontraba qué decirles a los padres de Elizabeth y ella no es tonta, disimuló muy bien y la ceremonia se celebró, ahora estás casado Emiliano y debes comportarte.
–¿Dónde está mi esposa?
–Me preguntó por su habitación y se retiró, diciendo que se sentía mal.
–¿No quiere celebrar el matrimonio?, pues yo tampoco. Nos vemos padre.
–Emiliano por favor, ven aquí, iré a buscar a Elizabeth.
–No te molestes, regreso más tarde o mañana, me veré con unos amigos.
–Recuerda que ahora eres un hombre casado, no me obligues a llamar a la prensa.
–Deja de amenazarme padre, ordenaste que me casara y ya lo hice, tal vez no de la forma que tú querías exactamente, pero lo hice. Seré discreto, no tendrás queja alguna y esa chica obtendrá la generosa recompensa que buscaba por firmar el acta matrimonial.
–Deberías darte el tiempo de conocerla.
–No voy a perder mi tiempo con una interesada, amargada y solitaria.
Elizabeth ahogó un sollozo, le avisaron que su esposo había llegado y se armó de valor para conocerlo, iba llegando al jardín cuando escuchó a su suegro decir que llamaría a la prensa, la respuesta de Emiliano la congeló. Retrocedió sobre sus pasos y se encerró en la habitación que le habían asignado y que afortunadamente era para ella sola.
En los años siguientes la vida del CEO Emiliano Riva y su esposa Elizabeth Mancini evolucionó mucho. Ella se convirtió en directora de Finanzas, cargo que alternaba con la maternidad porque luego de Danilo, al año siguiente había dado a luz a Lorenzo y dos años después nació Francesca, esta pequeña acababa de cumplir 4 años. La familia en pleno estaba reunida en la Universidad de Roma La Sapienze, donde Orlena Riva Mancini recibiría los títulos de Biotecnología y de Informática aplicada e inteligencia artificial. Se quedaría en la universidad como facilitadora mientras estudiaba una maestría, antes de viajar a Francia ya que aun tenía la oferta de convertirse en investigadora para el hospital Lariboisiere de Paris. Emiliano había sido muy enfático al decir que no le permitiría irse a Francia antes de cumplir al menos 16 años, que pudiera conducir y demostrarle que sabría vivir sola respetando las normas. Igual ya él había dispuesto un ejercito de personas que estarían al cuidado de s
Don Leonardo llegó a Paris con Orlena, Max los recibió en el aeropuerto y los llevó directamente al hotel para registrarlos y dejar el equipaje, Aura viajó con ellos para ocuparse de la pequeña, quien había estado concentrada en su Tablet investigando sobre las lesiones de su madre.Se encontraron con Emiliano en el hospital, Elizabeth ocupaba una habitación privada donde él se había instalado también, allí Max se encargaba de llevarle ropa y comida, trabajaba en su portátil y esperaba pacientemente, aunque sin dejar de rezar, a que su esposa recuperara la consciencia.Orlena entró de la mano de su abuelo y después de abrazar y besar a su papito, la ayudaron a acercarse a su madre. –Hola mamita, ya estoy aquí, he averiguado mucho sobre tu lesión y es muy importante que pongas de tu parte, papito y yo necesitamos que luches con todas tus fuerzas para despertarte, hablaré con el médico porque también necesitas estímulos externos, pero la mayor parte del trabajo es tuyo.
Stéfano fue notificado por Max y de inmediato hizo arreglos para que Emiliano fuera atendido en Francia por uno de los jefes del grupo de rescate y le permitieran conocer de primera mano todo lo que estaban haciendo para rescatar a su esposa.Al descender del avión lo condujeron a unas oficinas donde le ofrecieron café, que él aceptó solo por sostener algo en sus manos, durante el vuelo se había mantenido en silencio, sumido en sus pensamientos y no había aceptado nada de lo que le ofreció Max.Pasadas unas dos horas de su llegada, el padre de Trevor llamó a Emiliano. –Señor Riva, al fin lo localizo, ¿usted sabe algo del rescate?, nadie me dice nada aquí en Londres, solo que están en labores de búsqueda. –Yo estoy en Francia en la oficina del grupo de rescate, aun no hay noticias, le avisaré cuando me entere de algo. –Esto es terrible, no puedo moverme de aquí, porque mi esposa está bajo sedantes debido a lo ocurrido con Jessia, que tampoco ha reacc
A partir del siguiente día, Emiliano se dispuso a entrar por la puerta principal de su edificio de oficinas tomado de la mano de Elizabeth, subían juntos al ascensor, él la acompañaba hasta su escritorio donde le daba un beso en los labios y luego se iba a su piso.No siempre podían compartir durante el almuerzo y si tenían que salir a horas distintas, acordaban esperarse y ayudarse mutuamente. La estrategia de Emiliano resultó en que se acabaron los rumores sobre ellos desde el primer día que los vieron como pareja. –¿Viste eso? –comentaba una de las empleadas. –Eran el CEO y la asistente de finanzas, ¿cómo le hizo? –señaló otra. –Algunas con mucha suerte, se fue, pasaron los años y regresó como si nada al mismo puesto que ocupaba y ahora de la mano del gran jefe –agregó una tercera. –¿Se enteraron?, la de finanzas es la esposa del CEO –dijo una de las recepcionistas incorporándose al grupo que murmuraba. –¿Su esposa?, ¿casa
Emiliano y Elizabeth entraron al edificio de oficinas directamente por el estacionamiento, ella se quedó en el piso de Finanzas y él continuó hasta el último piso, no sin antes despedirse acorralándola contra la fría pared del ascensor para besar sus labios y su cuello. –Que tengas un feliz primer día preciosa. –Igual tú, tal vez te haga una breve visita en tu oficina, más tarde. –Hazlo por favor.Se separaron y ella caminó con confianza hasta la oficina del director Conti, él apenas la vio aparecer en su puerta, se levantó entusiasmado y acudió a su encuentro. –Señorita Mancini, o no, perdón, debo decir señora Riva. –Mejor dígame Elizabeth director Conti, es un placer volver a verlo. –Yo me alegro mucho de que estés aquí, te haré una confesión muy sincera, he tenido 8 asistentes, incluso de a dos al mismo tiempo y no pude rendir en el trabajo tanto como cuando estaba contigo. Gracias por regresar para que mi vida
Don Leonardo observó la presencia de los padres de Elizabeth y lentamente fue acercándose a ellos, llevaba de la mano a su nieta, al estar cerca intervino saludando. –Buenas tardes, ¿cómo están? –Extrañados de que no nos invitaron a este evento –señaló la madre de Elizabeth, antes de fijarse en la niña. –¿Tú eres mi abuela? –preguntó Orlena reconociéndola de pronto. –Sí niña, soy la madre de tu mamá, por lo tanto, tu abuela –dijo duramente. –Precisamente de tu hija debemos hablar –agregó su padre–, ¿hay algún lugar privado donde podamos hacerlo?Extrañada Elizabeth asintió y les pidió que la siguieran, Emiliano fue con ellos, pero tuvo cuidado de advertirle a su padre que se quedara con su hija y la mantuviera alejada de la pareja.Entraron a la mansión y se dirigieron al despacho ubicado en planta baja, tomaron asiento y sin demorar mucho, Elizabeth les pidió que hablaran. –Vinimos por nuestra nieta, queremos edu
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