Scott estaba furioso, empujando a Michael contra una pared, lanzándole puños sin pensarlo. Los gritos de la multitud se mezclaban con el sonido sordo de los golpes.
—¡Te vas a arrepentir, Barrientos! —grita Scott, lanzando otro puñetazo directo al rostro de Michael. Michael, tambaleándose, se preparó para contraatacar, cuando dos de sus amigos, peloteros del equipo, lo interceptaron y comenzaron a sujetar a Scott. —¡Basta, Scott! ¡Maldita sea!—grita uno de los amigos, sujetándolo por los brazos—. ¡No vamos a dejar que esto llegue más lejos, así que se calman! Scott, con el rostro lleno de ira, intentó soltarse, pero los amigos lo mantuvieron sujeto. —¡Déjame, mar maldita! ¡Hijos de la pringada madre!—ruge, con los dientes apretados. Julieta, al ver lo que sucedía, corrió hacia ellos, con su corazón latiendo fuerte por la mezcla de furia y confusión. Vio la escena y no pudo más. —¡Basta, Scott! —exclama, acercándose rápidamente—. ¡Déjate de mamadas, él no te ha hecho nada! ¡Eres el problema! Te vi ¿de acuerdo? ¡Así que si vas a joder a alguien que sea a ti mismo! Scott, al escuchar su voz, giró la cabeza. En ese momento, su expresión cambió a una mezcla de sorpresa y enojo, como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor. —Tu estás con este anciano—dijo, mirando hacia ella con rabia medio borracho—. ¿Por qué tú no puedo estar con Pamela, eh? Julieta, sorprendida por sus palabras, lo miró con el ceño fruncido. —¿Qué dices? —pregunta, desconcertada. Scott, sintiendo el dolor en su pecho, la miró con una mezcla de frustración y dolor. —¿Qué, ahora soy el malo porque estoy con ella? Si tú estás con Michael, ¿por qué no lo puedo estar yo con Pamela, eh? Ya se que te ves con él—su voz se alzó, cada vez más agitada. Julieta, sin poder creer lo que escuchaba, respiró profundamente antes de responder. —Eres un mentiroso de m****a, Scott. ¿De verdad esperas que te crea todo esto? —su voz estaba llena de furia—. Si estás tan cómodo con Pamela, entonces ¿por qué no me dices la verdad? Scott la miró confundido. —¿La verdad? ¿De qué hablas? Julieta se cruzó de brazos, incapaz de disimular su engaño. —Nunca me dijiste que eres un hijo de papi y mami. Un niño rico, ¿verdad? —dijo, sus palabras mordazmente cargadas de rabia. Sus ojos brillaban de lágrimas no derramadas, pero no podía dejar que él la viera quebrarse. Scott, al oír esas palabras, la mira con una mezcla de indignación y sorpresa. —¡Nunca vi la necesidad de decírtelo! —responde, con su tono furioso—. No tenía nada que ver con nosotros, Julieta. Mi familia tiene dinero, sí, pero eso no cambia lo que yo soy, lo que tú y yo éramos. Julieta soltó una risa amarga, con las lágrimas a punto de salir. —Claro que tiene que ver. Somos de mundos diferentes, Scott. ¡Nunca lo entendiste, ni me entiendes a mí! —dijo, con una furia reprimida—. ¿Sabes qué? Es mejor que terminemos esto, porque no puedo seguir viviendo en esta mentira ni estar con un tipo como tú. Scott la mira, con su pecho subiendo y bajando con cada respiración profunda. Algo en él se rompió, y sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió disparado de la villa, dejando atrás una Julieta llena de ira y desilusión. Al día siguiente, Julieta llegó temprano al campo de entrenamiento para practicar con su equipo de porristas. El sol estaba alto, y el equipo de fútbol ya estaba en pleno calentamiento. Desde las graduadas, Julieta vio a Scott, que llevaba un abrigo con capucha, observándola fijamente. Su rostro no mostraba ninguna emoción, pero los ojos... esos ojos decían más de lo que quería admitir. Pamela, al verlo, decidió acercarse a Julieta. Se sentó junto a ella en las gradas mientras descansaba, y Julieta, con un nudo en el estómago, no pudo evitar mirarla. — ¿Qué haces aquí, Pamela? —pregunta, con una mirada dura. Pamela sonrojada, pero era una sonrisa que no llegaba a sus ojos. —Vine a hablar contigo, Julieta. —dijo, con tono suave pero cargado de condescendencia—. Siento mucho lo que pasó anoche. Fue solo por los tragos, ¿me entiendes? Scott y yo no estamos... tú sabes, involucrados. Es solo que, con todo lo que pasa, a veces las cosas se complican. Pero tú no se la pones muy fácil. Julieta la miró con incredulidad. No quería escucharla, pero no podía evitar que sus palabras la hirieran. —No te hagas la víctima, Pamela. Sé lo que estás haciendo con él —respondió Julieta, su tono mordaz—. Si todo esto fue un accidente, ¿por qué no le pides a Scott que sea más claro conmigo? ¿Por qué no me dice la verdad? ¿Por qué el cree que estoy con otro, dónde no he estado con nadie más? Pamela, con una mirada de falsa simpatía, continuó. —Porque, Julieta, tú también debes ser más comprensiva. Scott está confundido, y si sigues lanzándote a los brazos de Michael, ¿qué esperas que haga él? Todo esto podría haber evitado si te hubieras calmado y no le dieras tanta importancia a esa relación... —su tono era meloso, como si le estuviera hablando a una niña pequeña—. Yo vi cómo Scott te miraba ayer, y es obvio que te importa. Pero no puedes seguir con esa actitud. Quizás lo que no ves es que ustedes dos... no pueden estar juntos. Si supieras todo lo que ha pasado entre él y yo...y no hablo de nada malo. El confía en mí y me lo cuenta todo, hasta sus sentimientos. Julieta la mira, completamente desconcertada, pero antes de que pudiera decir algo, Pamela agregó: —Quizás, Julieta... tú no sabes que Scott y yo estamos más unidos de lo que parece. Viéndolos a ustedes dos... me pregunto si no están engañándose a sí mismos. Tal vez él te mintió sobre más cosas, no sólo sobre mí. Julieta, incapaz de soportar más, se levantó bruscamente de las gradas. —¡Eres una mentirosa! ¡No te metas en mi vida! ¡Me vale una m****a lo que ustedes piensen o digan! Así que con todo el respeto vete a la m****a—gritó, antes de girarse y marcharse. Pamela la miró irse, su sonrisa regresando lentamente, mientras se cruzaba de brazos y se acomodaba en su lugar, esperando que las piezas del juego finalmente cayeran en su lugar. Mientras tanto, desde el otro lado del campo, Scott, con la capucha aún puesta, observaba todo en silencio, su mente llena de dudas y confusión.