Máscaras caídas.
—¿Scott?
El vuelve a la realidad, los sudores corriendo por su frente.
Lo recuerdo todo.
—Tú… —susurra él, con los ojos llenos de impotencia—. Aquí están tus pastillas...son para el dolor, pero espero que tengas prescripción médica. No quiero que le pase nada a mi bebé.
—Son recetadas.
Cuando ella iba a tomar el frasco, la vista se le nubla. Todo da vueltas. Un dolor fuerte la atraviesa. Siente un zumbido agudo en los oídos. El frasco se le resbala de las manos. Su cuerpo se tambalea hacia atrás y cae en la cama.
—¡Pamela! ¡Pamela! —grita Scott, pero su voz es distante, lejana, como un eco.
La boda fue cancelada. Los invitados se marcharon en silencio. Pamela está camino al hospital, llorando de rabia y miedo, mientras otra punzada de dolor la atraviesa. Sabe que todo se arruinó. Todo por las malditas contracciones.
Scott toma su mano mientras la ambulancia recorre las calles en Sicilia. Pamela lo mira, siente que algo está raro, acaricia su vientre de ocho meses con una sonrisa dulce