Llamaron a la puerta, y Marisa abrió, suspiró aliviada al ver a ese hombre llegar.
—Hola, Marisa, ¿Cómo está?
—Bienvenido señor Evan, estoy feliz de verlo aquí. Adelante.
—Le presento a mi primo Raúl. Ella es la nana de mi prometida.
—Un placer —dijo Raúl, pero Marisa pudo ver su mirada altiva, algo vio en ese hombre, algo que no era positivo.
Pronto apareció Francisco Bertolli, saludándolos con gran familiaridad, también apareció Román.
—¡Bienvenido, cuñado! Bueno, ya que, para mí, Alba es mi hermana, tú serás mi cuñado.
Evan sonrió, pero con falsedad, él no creía que considerara a Alba una hermana, menos sabiendo el tormento que la hacían pasar.
Antonella apareció y les indicó que la cena estaba lista.
Fueron al comedor, y Alba estaba ahí, ayudando a poner la mesa, ella no quería mirar a ese hombre, sintió que era demasiado para su corazón verlo, sobre todo cuando no dejaba de pensar en Rhys. Alba se sentía como atrapada por un mundo irreal, donde todo le salía mal.
—Siéntate, Alba,