El salón ovalado de los altos mandos estaba iluminado con una luz azul metálica. Las paredes cubiertas de pantallas transmitían cifras, mapas y rostros en tiempo real. Mara estaba de pie en el centro, impecable como siempre, convencida de que aquella reunión era un mero trámite para pedir más recursos. Su traje negro se ajustaba a la perfección y su cabello recogido no dejaba escapar un solo mechón.
Mientras esperaba la entrada de los directores, sonrió para sí misma; después de tantos años, por fin tendría de vuelta a Kenji y a la agencia bajo su control.
Las pantallas se encendieron a la vez. En lugar de los reportes de operaciones aparecieron imágenes de Kenji, barba de varios días, mirada dura y su voz grave llenó la sala.
—Altos mandos, les hablo desde un lugar seguro. He investigado durante semanas y traigo pruebas irrefutables del accionar ilegal de la agente Mara Spinning. —Uno a uno, los datos comenzaron a desfilar: cuentas, órdenes encubiertas, operaciones fantasmas. Ca