Llegamos a la mansión. Sequé mis ojos y Ashton tomó mi mano.
—Tranquila. Tu hijo no está. Le pedí a las empleadas que lo llevaran al parque que está aquí enfrente, podía sentir ese tono gélido y molesto, sabía que estaba enojado y no era para menos, falté al contrato.
—Gracias —susurré.
Subí las escaleras y entré a la habitación queriendo escapar, pero Ashton entró detrás de mí cerrando la puerta con un click poniendo seguro. Se soltó la corbata y me pegó contra la puerta, su mano en la pared y sus ojos me miraban fríos y dominantes, estaba perdida.
—¿Qué hubieras hecho si él hubiera sido Erick? ¿Hubieras dormido con él?
—Ash, yo…
—¡¡La verdad, Lissandra!!
—Yo no sé… —bajé la mirada.
Él tomó mi mentón y me levantó para mirar mis ojos. Podía ver rabia en ellos.
—Recuérdalo, Lissandra. Eres mía. Completamente mía. Uno de los puntos del contrato dice que me debes fidelidad, y hoy no fue lo que vi en ese café.
—No volverá a pasar, Ashton.
—¿Ni siquiera si es Erick el que te llama?
—Ni si