Vida preparó su pequeña maleta con la eficiencia de una mujer que había huido muchas veces en su vida. Solo que esta vez no escapaba, solo se ausentaba unos días. Francia. Trabajo. Y un hombre atractivo, muy atractivo. Lo tenía claro.
Caminó hasta donde Silas estaba sentado en el sofá, con una manta hasta la cintura y la televisión encendida en algún documental de crímenes reales. Ella lo observó unos segundos, en silencio, como si grabara la escena para llevársela en la memoria.
—Me voy un par de días —dijo de pronto.
Silas, bajó la vista y asintió.
—¿Trabajo?
—Sí, Francia. Cumbre internacional de innovación. Juguetes sexuales para adultos y tecnologías inmersivas… suena elegante, pero en el fondo es porno con presupuesto —rió apenas.
Él sonrió de lado.
—¿Y vas sola?
—Voy con el jefe, la de administración y la secretaria del piso… y un par más. Tranquilo, no voy a volver casada.
—No estaba preocupado por eso —respondió, sin mirarla, pero su mandíbula se tensó un segundo.
Ella