Zebela es una licántropa con el don de la curación y la bendición de la tierra. Ella es pareja de Roan, el imponente alfa de la manada Zafiro. Su vida da un giro desgarrador cuando Roan le exige que utilice sus poderes para salvar a su amante embarazada. A pesar de su propio embarazo y de los peligros que la demanda de su esposo conlleva, Zebela se ve acorralada por la presión del alfa y cede a su orden, lo que resulta en la pérdida de su bebé. Con su mundo hecho añicos, Zebela se enfrenta a sus demonios internos, debatiéndose entre la lealtad hacia Roan y el ardiente deseo de recuperar su libertad. Un ataque a la manada por parte del Alfa Bastian es la oportunidad que ella encuentra para escapar; sin embargo, es raptada por ese alfa malvado que sacia su furor por medio de la espada. ¿Logrará liberarse de las cadenas del amor y la traición? ¿O quedará atrapada para siempre en el oscuro dominio de Roan? ¿Será el alfa Bastian su camino a esa añorada libertad o la prisión que la mantendrán atada a él de por vida?
Leer más¿Mi Alfa rogándome que salve a su amante y a su hijo?
Soy una loba wosa, eso significa que tengo habilidades por encima de un licántropo común. Mi más preciado poder es el de curación. Soy capaz de sanar heridas que nuestro cuerpo licántropo no puede restaurar, quitar el veneno de la sangre, entre otras curaciones.
El problema es que me debilito cuando uso dicha habilidad. Y esa fue la razón por la que decidí dejar a mi esposo, el alfa de la manada Zafiro.
Todavía el dolor de su traición está impregnado en mis huesos y mi loba llora nuestra desdicha con rabia y sed de venganza.
Aún duele recordar...
—¡Zebela! —Sentí un estremecimiento cuando su voz autoritaria me despertó en medio de la noche. Por un momento me emocioné al escucharlo porque había regresado a casa.
«Pasará la noche conmigo», celebré en mis pensamientos mientras saltaba de la cama contenta. Me cercioré de no estar desaliñada y le sonreí al espejo porque mi piel tenía ese brillo especial que adquirimos las lobas cuando estamos embarazadas.
—Creo que es el momento de decirle acerca de nuestro cachorro. —Me acaricié la inexistente pancita y la alegría que brotaba de mí me hizo sonreír como tonta enamorada.
¿Quién diría que quedaría embarazada después de haber intimado por primera vez con mi marido?
¡Qué tonta! Si me reclamó durante mi celo y no nos protegimos. Era de esperarse que me embarazara.
Esa noche fue tan especial...
Reí nerviosa porque el recuerdo de sus besos y caricias, y esa manera salvaje de tomarme, todavía me erizaban los vellos. ¡Cómo me hubiese gustado que se volviera a repetir! Pero si tenía que esperar a otro tiempo de celo, entonces no lo haría en más de un año...
Suspiré resignada, quizás podría seducirlo esa misma noche y empezar a llevar una vida de pareja como siempre la soñé con él.
—¡Zebela! —Los llamados desesperados y los toques fuertes en la puerta de mi habitación me sacaron de mi trance de enamorada, así que corrí en su dirección para abrirle a mi ansioso marido, quien al parecer estaba desesperado por verme. ¿Se habría enterado de mi estado de gestación? Puede que el médico personal del alfa le haya contado, al fin y al cabo, ellos eran amigos. Como luna, ese doctor también me chequeaba a mí.
Abrí la puerta muy nerviosa y con una sonrisa amplia, pero esta se desvaneció cuando el olor de otra mujer inundó mis fosas nasales.
¿Él estuvo con otra loba?
—Hola, cariño. —Disimulé mi malestar y fingí una sonrisa cortés—. Me sorprende que me estés buscando a esta hora.
—No lo haría de no ser una emergencia. Kapria está delicada y podría perder nues... su bebé...
Noté cómo cambió la palabra, también lo aterrado que lucía. De todos los años que llevaba conociendo al alfa Roan, esa era la primera vez que lo veía fuera de sus casillas y asustado.
Salí de mi estado de pasmo y caminé detrás de él para confirmar que no se trataba de una mala broma. Mi corazón se terminó de romper cuando, al entrar a la habitación de Roan, encontré a esa mujer acostada en su cama y con una gran barriga que me dio a entender que ya había cumplido el tiempo de gestación.
¿Por qué estaba ella en esa habitación si ni yo tenía permiso para entrar? En los tres años que llevábamos unidos, nunca había entrado a ese cuarto, pero él trajo a su amante y la acostó en su propia cama.
Amante... ¿Es lo que eran? No había otra explicación para lo que mis ojos observaban. Ella estaba embarazada y él la protegía. ¿Era ese su bebé? ¿El primogénito de Roan? Creí que nuestro cachorro sería su heredero y no un bastardo.
—¡Sálvala, por favor! —me rogó él con lágrimas en los ojos.
—No tengo mucha energía debido a mi estado de salud. Sabes que en estos días no he podido pasar alimentos y he estado sintiéndome muy mal.
—Esto es una emergencia. ¡Ellos pueden morir! —Me sacudió por los hombros con violencia, acción que me causó un leve mareo.
—No lo entiendes Roan, yo estoy embarazada...
—¡¿Qué?! —La sorpresa en su expresión me dio a entender que su amigo no le había dado la noticia. Fue una lástima que se enterara de esa manera—. ¿Cómo es eso posible si nunca te he tocado? —Él miró a su amante con miedo, como si decir que intimar conmigo fuera malo.
—Hacen dos meses regresaste a casa mientras estaba en mi celo, ¿acaso lo olvidaste? —respondí al borde de las lágrimas.
No lograba descifrar la mirada que me atinó, tampoco ese brillo inusual en sus ojos oscuros. Era como si de momento recordara todo lo que hicimos esa noche y la manera en que probó cada centímetro de mi piel.
Los gritos de su primer amor lo trajeron de vuelta a la realidad. Él miró mi abdomen y luego a ella, a quien yo también me atreví a detallar sin ningún disimulo. Noté la sangre que manchaba las sábanas finas y caras de Roan y me dio un poco de lástima verla sufrir y quejarse. Cerré los ojos y con mi habilidad pude ver el estado del bebé.
De verdad me daba pesar saber que él también estaba sufriendo y que, si no lograba hacer algo a tiempo, perdería la vida sin haber nacido. Ella estaba envenenada, por lo que debía quitar el veneno para que le hicieran la labor de parto.
—¡¿Qué esperas?! ¡Salva a Kapria y a mi hijo! —Estaba tan desesperado que esta vez no ocultó que el bebé era suyo.
Las lágrimas mojaron mis mejillas, pero no reclamé su traición, al fin y al cabo, siempre supe que él no me quería y que su unión conmigo fue por conveniencia. Él amaba a Kapria porque era la hermana gemela de quien una vez fue su mate. ¿No era eso enfermizo? ¿Enamorarse de la hermana de su mate solo porque le recordaba a ella?
Suspiré para calmarme, pero mi cuerpo aún temblaba y las lágrimas salían sin control.
—Lamento mucho lo que le sucedió a tu... amiga —arrastré la última palabra, conteniendo la rabia, y suspiré para no sonar insensible—, pero no puedo arriesgar a nuestro cachorro.
La mirada de Roan se tornó escalofriante con un brillo asesino que me hizo tragar pesado.
—¿Te atreves a desobedecer a tu alfa? Te ordeno que la sanes. Si ninguno de los dos sobrevive, ¡te castigaré de por vida!
Me quedé atónita por unos segundos en los que sentía que mi mundo se caía a pedazos. ¿De verdad estaba ocurriendo esto? Deseaba con todas mis fuerzas que fuera una pesadilla; pero no, todo era real.
—¿No te importo yo ni muestro hijo? —le reclamé al borde del llanto.
—¡No puedes asegurar que es mío! —se atrevió a ofenderme, sabiendo que él fue el primero y único hombre en mi vida.
—¡Sabes bien que solo me he entregado a ti! ¿Crees que soy como tú?
—¡Me importa un carajo! ¡Empieza a sanar a Kapria! —Él me empujó hacia la cama y me agarró la mano con rudeza.
No le importaba la humillación por la que me estaba haciendo pasar, tampoco que me estaba maltratando, mucho menos el peligro al que nos estaba exponiendo a mí y a nuestro bebé. No le importábamos en lo absoluto.
Con miedo e impotencia, empecé a usar mi habilidad para salvarle la vida a la amante de mi esposo. El veneno con acónito era tan agudo que me tardé toda la noche, pero a la puesta del alba ya no había rastro de acónito en su sangre y ella podría ser atendida por la partera. Para cuando terminé, mi cuerpo se encontraba muy débil y mi corazón destrozado.
Ser testigo del cuidado y mimo de Roan hacia esa mujer fue como si me estuviera matando de forma lenta y muy dolorosa.
—¿Cómo te sientes? —Él le preguntó mientras le acariciaba el rostro con ternura. Me sentí tan celosa, Roan nunca me trató como a ella ni me miraba con tanto amor como lo hacía con esa mujer.
Él estaba tan pendiente de ella que no notó cuando salí de la habitación con pasos tambaleantes debido al mareo. Estaba tan débil...
Una vez abrí la puerta de mi recámara, caí al piso de rodillas y empecé a llorar.
De repente, sentí un dolor insoportable en la pelvis que me hizo encorvarme más.
—¡No, mi cachorro!
NevanTras un incómodo protocolo para entrar a la manada, fuimos llevados en un vehículo a un edificio de ladrillos. Bueno, casi todas las edificaciones de esta manada eran de ese material, y el humo de las chimeneas se juntaba con las nubes del cielo, pues, al parecer, los habitantes dependían de ellas para lidiar con el frío.Yo podía soportarlo con facilidad, debido a mi habilidad, pues se relacionaba con el hielo negro. Pero este territorio era el lado fronterizo del norte helado, así que aquí la temperatura era moderada, comparada con la de las tierras internas.Tras una revisión y varias preguntas, Zora y yo fuimos dirigidos a una sala de reuniones donde había una mesa larga y cilíndrica, con varios asientos cómodos a su alrededor. Nos sentamos allí y esperamos unos minutos por el alfa.Tras un educado y cordial saludo, el alfa Rouss se sentó frente a nosotros y empezó a indagar acerca de lo que ya había dicho.—Ummm... —masculló, y se quedó pensativo por un momento. Luego nos m
NevanObservé lo gris que estaba el cielo, solté un suspiro y caminé por la llanura enlodada con pasos cautelosos. La brisa fría era una caricia sutil que venía acompañada de gotitas de agua tímidas.Amaba los días lluviosos, su melancolía y tranquilidad, pero más ese clima fresco que los caracterizaba.Noté algo inusual en el lodo del suelo, así que decidí agacharme. Pasé mis dedos por el fango, hurgando su textura. Era pegajosa, más oscura que el resto y se adhería a mi piel, espesa y húmeda.Algo extraño sucedió, pues empecé a sentir una pequeña corriente y cómo la esencia de aquel lodo traspasaba mis poros. Quité mis dedos al instante, y dejé que mi habilidad me purificara. Entonces saqué un pequeño frasco y, con un palito, tomé una muestra.Era obvio que pertenecía a ese Wos, lo que me daba a entender que él estuvo por estos lares.—¿Qué diablos busca? —La pregunta salió de mi boca con ira y miedo.Sí, miedo.Tenía un presentimiento que me dejaba inquieto y me quitaba el sueño to
KaiaMis rizos eran levantados por los movimientos de mi corrida y mi pecho se sacudía debido a la risa que no podía evitar, al ser perseguida por Ray y Alex, mis pequeños sobrinos de siete años, hijos de Bastira.Sus ojitos verdes brillaban de la emoción mientras intentaban alcanzarme, pero ese brillo se tornó en frustración cuando Nivi flotó alrededor de ellos y los hizo tropezar.No pude evitar carcajearme. Perdí las fuerzas y también caí. Entonces Ray y Alex se me tiraron encima y empezaron a hacerme cosquillas.—¡No, déjenme! —exclamaba entre risas, pero esos cachorros eran unos sádicos.Nivi, creyendo que ellos me hacían daño, empezó a hacer su pequeño sonido desesperado, que era parecido al de un pajarito mezclado con maullidos.Eso empeoró mi ataque de risa, porque Nivi los mordía con sus dientes chiquitos y afilados.Los gemelos se apartaron de mí y fueron perseguidos por Nivi, quien los veía como una amenaza para mí.—Madura ya, loca —dijo Alfar, el hijo del tío Zael, con un
Kaia Salí de mi habitación, pues verme sola allí me ponía nerviosa y me provocaba terror. Ya habían pasado varios días desde el ataque que recibí en el bosque, pero todavía me sentía perseguida y me daba miedo salir de casa o quedarme a solas. Mis padres dormían conmigo, a veces mis hermanos, pero ni en mis sueños encontraba tranquilidad. Esa tarde me había quedado dormida abrazada a mamá, quien me estaba consolando tras una crisis. Fue horrible. Mamá lloró porque no sabía cómo ayudarme, así que solo se le ocurrió usar su poder y abrazarme. Y sí, su energía rosada lograba calmarme, pero no era capaz de borrar los sentimientos negativos que quedaron tras mi ataque. Bajé las escaleras con pasos torpes, agarrándome de las barandillas para no caerme porque me temblaba todo el cuerpo. Era extraño que no hubiera nadie alrededor, y eso me tenía tensa y me daba una sensación de abandono y desamparo horrible. Antes de salir al patio, reculé, pues todavía me daba terror salir de la casa;
KaiaQuería ir a la habitación que había ocupado la noche anterior y derramar mi dolor por medio del llanto, pero Lira y Liana me interceptaron, y tuve que tragarme las ganas de llorar y fingir que todo estaba bien.Ya estaba acostumbrada, así que pude hacerlo sin mucho esfuerzo.—Deberíamos tener un día solo de chicas e ir a Luna Roja de compras —propuso Lira, nostálgica—. Extraño esas salidas divertidas, libres de responsabilidades. —Suspiró.—¿Apenas eres luna de una manada y ya te cansaste? —se burló su hermana, maliciosa.—No me he cansado... Bueno, sí. —Se quedó pensativa y suspiró de nuevo—. A lo que me refiero es que amo ser luna y vivir con mi bello mate, pero tantas responsabilidades me abruman. Necesito un respiro.—Es normal, no le hagas caso a Liana —le dije, comprensiva—. Podemos cuadrar un día de escape de solo chicas.—¡Tú sí me entiendes! —exclamó. Luego miró a su melliza con una mueca—. No como otras...Liana le iba a responder, pero la detuve.—No empiecen —dije, pu
NevanObservé a Kaia correr entre las criaturas voladoras, unos animales parecidos a ciervos, pero con alas y de color dorado y plateado.No tenían nombre, o por lo menos no había leído sobre ellos, lo que me hacía pensar que estaban ocultos en este lugar sagrado y que nadie los había registrado.Los lugares sagrados, dependiendo de su nivel, no eran accesibles para cualquiera. Incluso, algunos solo podían ser vistos o encontrados por los guías y las personas que nosotros lleváramos.Esa era una de nuestras habilidades: ocultar y encontrar lugares desapercibidos por el ojo común.Encontré este en mi adolescencia y, desde ese entonces, se había convertido en mi escondite favorito cuando quería despejar la mente. Ni siquiera mamá sabía de su existencia.—¡Estos chicos son muy divertidos! —exclamó Kaia, muy feliz y emotiva, mientras regresaba a mi lado.Ella se había olvidado de mí cuando se encontró con las criaturas voladoras y me reemplazó por ellos.Kaia era tan...Sacudí la cabeza p
Último capítulo