Bianca
Llevaba un mes sabiendo que algo no cuadraba. Un mes exacto desde que Nikolay empezó a actuar… raro. No diferente en lo esencial —seguía siendo mi caos, mi refugio, mi tormenta personal—, pero sí había algo más en sus ojos. En los de todos, en realidad.
Lara me esquivaba cada vez que preguntaba demasiado. Viktor hacía bromas absurdas que no llevaban a ningún sitio y Pavel no podía sostenerme la mirada sin ponerse rojo como un tomate. Y Nikolay… él simplemente se escabullía.
Lo conocía demasiado bien como para no notarlo. Era una mezcla de tensión contenida y emoción disimulada. Como si estuviera esperando el momento exacto para algo. Algo que no terminaba de llegar.
Y sí, claro que pregunté.
—¿Qué pasa? —le dije una noche, mientras fingía leer un libro en el sofá.
—Nada que deba preocuparte —respondió él, con ese tono tranquilo que usaba cuando me estaba ocultando media vida.
Me daba rabia. Porque aunque odiaba que me ocultara cosas, yo estaba haciendo lo mismo.
Lo había descub