Narra Nikolay
Todo el mundo cree que soy un cabrón frío. Y no los culpo. Es más fácil que te teman a que te conozcan. Pero hay una diferencia entre mantener el control y no sentir nada. Y yo siento. Más de lo que debería. Especialmente por ella.
Bianca dormía arriba. Después de lo de anoche, se merecía descansar. La forma en que me provoca... Dios. Me saca de mis casillas. Pero también me hace sentir que estoy vivo. Que hay algo más allá de esta vida de mierda que he llevado.
Estaba en la cocina, tomando un café que no sabía a nada, solo para tener algo en las manos. Cuando Lara bajó, me lanzó una mirada rápida, pero no dijo nada. Sabía que no estaba ahí por casualidad. Ella siempre lo sabe.
—¿No dormiste? —preguntó, sirviéndose un poco de té.
Negué con la cabeza.
—Dormí lo justo. —Bebí otro sorbo—. Quiero hacer algo.
Ella arqueó una ceja.
—¿Algo como qué? ¿Secuestrar a otro ministro? ¿Volar otra casa?
Rodé los ojos.
—Quiero pedirle matrimonio a Bianca.
El silencio que siguió fue cor