La cena en la mansión de Bel Air llegó a su fin, dejando un rastro de copas vacías y conversaciones a medias. Set y Dilara se quedaron despidiendo a los empresarios, la pareja real de la noche. Horus y Senay ya se habían marchado, dejando a Elif y Vittoria esperando por Nicolai.
Vittoria, con su aguda capacidad de observación, notaba cada movimiento. Estaba apoyada elegantemente contra el marco de una puerta, analizando la dinámica familiar de los Arslan con una mezcla de diversión y desprecio.
—¿Nos vamos ya? —preguntó Elif, acercándose a su amiga. Sentía la necesidad urgente de salir de ese ambiente denso y pesado.
Vittoria asintió.
—Por favor. Necesito aire puro, lejos de tanto dinero y tanto drama no dicho.
Antes de que pudieran localizar a Nicolai, una figura se acercó a ellas. Era Ahmed, con su traje impecable y una sonrisa que se sentía menos sincera que nunca. Tras el sermón de su madre, se había propuesto actuar de forma familiar y encantadora, aunque su corazón estuviera lle