Mundo ficciónIniciar sesiónDespués de la desgracia que el estado de Guerrero sufrió a causa del huracán Daina se fue a la ciudad de México con su hermana Roció quien la recibió muy bien sin saber que conocería a alguien que pondría su mundo de cabeza ella era una chica muy tímida no le gustaban las fiestas se encerraba siempre en su mundo, pues era algo insegura, pues su padre la creía tonta que no sabía valerse por sí misma, ya que siempre quería acompañarla a todas partes incluso a las citas que tenía con otros muchachos su hermana siempre se molestaba que no la dejaran salir siendo mayor de edad Roció le mostró otra vida que a ella le resulto agradable, pero siempre tenía la presión de hacerse cargo de su hermano y su papá, ya que no tenía una figura materna en esa vida ella pudo ser libre sin tener a alguien apurándola hasta para comer en fin estaba comenzando una nueva vida donde conoce a Fernando peña quien en tan poco tiempo se convirtió en su gran amor solo que había un detalle su exesposa y su vicio con el alcohol, pero a una si para ella era el hombre perfecto el hombre el cual amaría con todo su corazón.
Leer másNo soporta a esa gente y sus marcas misteriosas. ¿Qué significan? ¿Son parte de algún culto infernal? ¿Acaso ignoran que los demonios son solo un mito? La ciencia ya demostró que no existen, hace mucho tiempo.
Qué absurdo.
Solo le generan más trabajo y lo detesta. Beltaine sabe que la asignaron a esta investigación por su pequeño desafío a su superior, cuando éste abusaba de su poder y era machista. Como mujer, tuvo que luchar más duro que nadie, donde otros derramaban lágrimas, ella derramaba sangre y que aún así, su superior fuera un desgraciado, fue el colmo.
Ahora, como parte de las fuerzas especiales, se dedicaba a cazar idiotas que se marcaban el cuello con un símbolo y hacían ritos satánicos, en vez de estar en misiones de espionaje o en la acción real que era su pasión.
Impulsa sus piernas a correr más rápido cuando ve al miembro del culto satánico alejarse cada vez más. ¿Qué demonios? ¿Tiene baterías? Hace rato que Beltaine lo está siguiendo y no parece cansarse, sino todo lo contrario, parece aumentar la velocidad con cada calle que atraviesa.
—¡Detente o dispararé!
Su amenaza fue despreciada cuando el hombre se rió con desdén.
—¡Ustedes los que tienen el poder no ven lo que pasa frente a sus narices!
Eso la hizo casi caerse de sus propios pies. ¿Qué? ¿Qué quiere decir con eso?
—¡No estoy bromeando, voy a…!
La voz de Beltaine se cortó cuando el sujeto giró en una esquina y entró en una fábrica oscura y abandonada.
La pelirroja respiró hondo y alzó la vista al cielo nocturno, salpicado de estrellas.
—No me pongas esa cara, ¿vale?—frunció el ceño, molesta y agotada—. Voy a volver a casa y te haré una cena deliciosa.
El viento sopló, llevando consigo un aroma a limón. El perfume de su esposo. Él la apoyaba.
Sin más dilación, entró en la fábrica oscura. Sus brazos estaban listos mientras sujetaba su arma con destreza.
—Si te rindes voy a pelear por ti para que te den menos tiempo de cárcel…
Silencio.
—Puedo incluso asegurarte prisión domiciliaria…—avanzó entre las cajas apiladas y las estanterías de metal rotas. ¿Dónde se esconde el maldito?—. Puedes ver a tu familia sin problemas…
El pequeño sonido de desprecio que hizo el hombre la hizo voltearse hacia una esquina. Si fuera una persona común, no habría escuchado ese suspiro leve. Pero ella tiene años y años de experiencia, años de entrenamiento duro, puede percibir sonidos y olores sutiles mejor que nadie.
Está harta de este caso de satanismo. Esta será su última vez…
La respiración del hombre oculto se volvió un poco más audible, así que Beltaine se movió con más sigilo. Lo va a capturar e ir a casa con su esposo. Él ya la estará esperando.
—¡Te pillé!—Beltaine saltó y agarró al hombre escondido detrás de un contenedor pestilente de restos de gasoil, lo sujetó del cuello con una mano, mientras tenía en la otra mano su arma—. Nos vamos ya. Estoy agotada.
El hombre se resistió y gruñó como un animal, pero no hizo ningún movimiento peligroso. Beltaine no estaba bromeando cuando dijo que estaba agotada y su mirada probablemente lo demostraba. No dudaría en dispararle en el maldito muslo si se ponía pesado o en la cabeza, dependiendo de qué tantos nervios le saque.
La pelirroja frunció el ceño al ver el extraño símbolo en el cuello del hombre.
—¿Qué es esa marca en el cuello? ¿Cómo se la hacen? Ningún tatuador sabe hacer esos trazos…
El hombre soltó una carcajada histérica que le erizó la piel a Beltaine.
—Tú eres una bonita pelirroja. Ellos te desearían. Si tan solo te detuvieras a mirar a tu alrededor…
No alcanzó a oír lo que el hombre decía porque un fuerte golpe en la nuca la hizo caer y perder el sentido.
Ese maldito tenía un cómplice…
(...)
Ella abrió los ojos con dificultad, aturdida por el olor a quemado que invadía sus sentidos. El humo le irritaba los ojos y la garganta, haciéndola toser con fuerza.
Estaba en la misma fábrica abandonada donde había seguido al misterioso hombre con el tatuaje en el cuello. Alguien le había golpeado por detrás y la había dejado inconsciente.
Se llevó la mano a la nuca y sintió la sangre pegajosa. Maldijo entre dientes, esos bastardos no se habían conformado con noquearla, sino que habían prendido fuego al lugar. Hijos de su madre.
Ahora estaba encerrada en un infierno de fuego y humo, sin saber si alguien vendría a rescatarla. Buscó su radio, pero se dio cuenta de que se la habían quitado. Cuando volvió la cabeza se dio cuenta con una mueca de sorpresa, que esos hijos de puta tenían toda la fábrica llena de pintura negra y blanca, pintados con esos símbolos de satanismo. ¿Usaban ese lugar como un punto de encuentro? ¿Qué hacían ahí?
Comenzando con la tos, se dio cuenta de que esos dibujos son los mismos que las personas locas tenían en el cuerpo. ¿Era todo parte de su ritual? El aire de repente se volvió más denso.
—No, no es momento de preocuparme por esto, necesito aire. Salir de aquí. Tendré que buscar como llamar refuerzos al salir…l
Buscó una salida con los ojos, pero todas las puertas y ventanas estaban bloqueadas por escombros o llamas. Se desesperó y gritó por ayuda, esperando una respuesta. Pero solo escuchó el crujir de la madera y el chisporrotear del plástico.
El mareo la invadía, el humo y el calor la adormecían, la tentaban a cerrar los ojos y olvidar el dolor…
¡No! ¡Tenía que resistir! ¡Su mejor amigo la estaría esperando! ¡Bastián se sentiría culpable si ella moría!
—¡Tengo que atrapar a los malos!
Con ese pensamiento, se arrastró fuera del charco rojo que la rodeaba, buscando una salida. Gritó cuando una viga ardiente le cayó sobre la pierna. Sintió un alivio repentino en todo su cuerpo.
Oh sí, la dulce y cruel inconsciencia que la acogía como una vieja amiga.
Disculpe se le acabó la pila de mi celular dijo Daina tratando de sonreír, pero Mónica sabía que ella tenía algo lo notaba en su mirada no era la chica feliz que solía ser ahora estaba más triste más apagada que no quedaba rastro de esa chica que era alegría de todos ahora sus ojos se notaban empañados por una tristeza profunda o mejor dicho su alma se encontraba triste y desolada que ya no hallaba como volver a ser la misma chica alegre que era antes. Ella necesitaba recuperarse, pero no sabía por dónde empezar no sabía cómo volver a ser la misma chica que era alegre y a la vez soñadora o romántica se iba a escribir era lo único que le calmaba la escritura zambullirse en esos libros que para todos eran aburridos ella encontraba en ellos un alivio en su vida un alivio a su alma que le permitía soñar en almas gemelas, aunque pensaba que ya no existía rogaba tanto encontrarla que muchas veces se daba por vencida. Mónica la veía rara, la animaba para que no se sintiera triste, pero muc
Era como si por medio de ese suspiro encontrara las respuestas para saber qué decirle a Fernando. — No te odio —habló Daina suspirando pesadamente. —Es bueno escucharlo de ti, Daina — sonrió Fernando. — Escucha, solo dile a mi mamá que estoy bien, que no se preocupe — habló Fernando al otro lado de la línea haciendo que Daina colgará. Saliendo del baño un tanto perturbada, encontrándose con su hermana, quien la miraba, un tanto desconfiada, sabía que algo tenía. Daina sabía que algo estaba escondiendo. — ¿Quién te habló, Daina? —preguntó Rocío cruzando sus brazos. —Era un amigo, no te preocupes —habló Daina tratando de sonreír. — ¿Segura? —preguntó Rocío un tanto desconfiada. — ¿No será que te llamo Fernando y por eso estás de ese modo? — preguntó Rocío. Un tanto desconfiada, sabía que alguien la había perturbado o, mejor dicho, la había incomodado y puesto inquieta. —Si segura no tienes que preocuparte, yo estoy bien —habló Daina tratando de sonreír, pero en el fondo ella no e
Su hermana la esperaba en la terminal de autobuses la pensaba ayudar y distraer después de su ruptura con Fernando en un inicio le decía que no anduviera con él sabía lo que era su primo sabía a lo que él estaba metido, sin embargo, no quería intervenir en sus decisiones no quería ser como su papá que había puesto el precio con tal de que se alejarán de su hija o mejor dicho terminarán aquella relación de una vez por todas. Rocío la esperaba con una sonrisa. Sabía que tardaría en sanarse, sabía que tardaría en recuperar la confianza en sí misma, ya que se había enamorado de alguien que no debía. —Hola — abrazó a su hermana. — ¿Lista para la fiesta, Daina? — habló Rocío sonriendo. —Sí, lista — habló Daina tratando de hacer una sonrisa, o mejor dicho, fingía que no le dolía aquella separación, aunque la verdad le estaba doliendo hasta el alma. Era como un dulce que le habían quitado de la boca era como si le hubieran quitado una parte del, pues estaba profundamente decepcionada de F
Daina se quedaba callada, no quería creer que Fernando era un tipo un tanto despreciable. No quería creer que él fuera esa clase de persona no quería escuchar que él no la quería no la amaba y que el verdadero significado del amor era no dejarla en sus peores momentos, sin embargo, él no la quería simplemente se dedicaba a lastimarla, por otro lado, Leonardo quería a Daina con todas las fuerzas de su alma, pero ella simplemente se había enamorado de Fernando. Aún no lograba entender qué había visto Daina en Fernando. ¿Por qué se había enamorado de el porqué dejó de quererlo tan de repente o, mejor dicho, porque había dejado de amarlo? Dudas asaltaban a su mente que se había convertido en un caos. —Tal vez será mejor que olvides a Daina — dijo su mejor amigo mirando a Leonardo quien rompió con sus dedos el lápiz que sostenía en sus manos. — Como si fuese tan fácil olvidarla y hacer como si nada hubiese pasado —habló Leonardo aventando los pedazos del lápiz. — Ella dejó de quererte
En ese instante ahora más que nunca necesita a su madre cerca que le dijera que luchará o bien que no la dejara desprotegida como ella ahora se sentía su ansiedad le hacía pensar que no valía nada que no era suficiente que era mala persona y que por eso merecía todo lo malo su hermana quería ayudarla llevándosela con ella quería protegerla de todos hasta de su papá, pero ella por fin se había quedado dormida. — Fernando, no le hables a mi hermana ahorita, ella está muy mal — habló Rocío un tanto enojada. —Ayuda a Daina ella se quiere morir, no quiere vivir, me lo dijo en esa llamada — habló Fernando, preocupado. — Si la ayudaré, no te preocupes, me la voy a llevar a la ciudad — respondió Rocío colgando aquella llamada. Puesto que llama a su hermana quien no contestaba, pues Daina necesitaba estar sola necesitaba lidiar con esa soledad y esa ansiedad que la estaba matando poco a poco, pues en el fondo ella quería morir quería desaparecer del mundo si fuese necesario paso la noche e
—Perdón, amor, estaba dormida, aún sigo muy mal — respondió Daina enferma, haciendo que Fernando quisiese estar con ella, pero por su trabajo no podía estar con ella como tanto deseaba. Ambos colgaron la llamada. Daina durmió de nuevo, estaba tan débil que no podía sostenerse de pie. A su padre le preocupaba su salud, pues nadie sabía qué era lo que tenía. Fernando le desesperaba que su novia estuviese enferma, trataba de hacerla sentir bien, pero ella siempre enfermaba. Una noche se puso grave, tenía escalofríos y no paraba de vomitar. Diego intentaba bajarle la fiebre a Daina también le ayudaba a comer, pero eso era imposible, ella no comía nada. Puesto que le pusieron un medicamento fuerte, pues tenían que parar la fiebre y el vómito que tenía paso más de una semana Fernando fue a verla a la casa y quedarse con ella esa misma noche ambos veían películas mientras estaban acostados sin darse cuenta sé ambos se quedaron dormidos su padre fue a ver, ya que no escuchaban ningún ruido
Último capítulo