En silencio te amare
En silencio te amare
Por: Betty Rendon Mancilla
el empiezo de mi historia

― Fernando ― hablaba Daina frente a su lugar de descanso, su voz se escuchaba entrecortada, era tanta su tristeza que no aceptaba que él había partido.

Simplemente, su corazón no podía permitir tanto dolor, pues ella se sentía desolada al ver que no estaría más a su lado como él lo prometió, quiso culparlo, quiso odiarlo porque él no quiso quedarse lamentablemente, él se llevó una parte de ella dejándola destrozada...

Corría el año de 2020 la época de la rebeldía era algo muy en común donde ya no existían los valores era muy común, sin embargo, Daina era una chica que le gustaba divertirse, pero su padre no la dejaba hacer lo que todas las chicas de su edad salían, pues su padre la tenía bajo el dominio que debía estar en su casa y con su hermano tenía a su novio un chico el cual su padre conocía perfectamente y el cual decía que era un hombre perfecto para ella por todo eso ella se hizo tímida insegura y hasta muchas veces inmadura nunca tuvo una figura materna alguien con quien platicar alguien con quien llorar todas sus emociones ella las guardaba como si fuesen una especie de secreto, pues se había convertido en alguien que de verdad no era.

― Papa voy a salir con Leonardo ― respondió Daina pidiéndole permiso a su papá o mejor dicho su aprobación.

― Si me llamo pidiéndome permiso ― respondió su padre dándole la autorización.

Haciendo que Daina se vistiera de acuerdo a lo que su padre creía correcta, su novio era un tipo educado, amable, cualquier chica estaría enamorada de él, pero ella sentía que todo lo que estaba viviendo era una monotonía constante, algo que de verdad la estaba matando.

― Daina ¿Qué pasa algo? De repente que noto un tanto distraída ― le dijo Leonardo tomándola de la mano.

― No pasa nada ― respondió Daina tratando de sonreír.

― Sabes no te entiendo de verdad ― respondió Leonardo un tanto desconcertado.

«Si supieras lo que realmente me pasa, si supieras que tengo una ansiedad que me está matando, algo me falta y no sé qué es, pero siempre tengo que callarme, no quiero que se burlen de mí o simplemente digan otra vez con tus tonterías»

― Bueno, vamos a ir a comer ― dijo Leonardo llevándola al restaurante, ella trataba de sonreír, pero a una si en el fondo ella no se sentía a gusto, no se sentía en paz, todos decían que se comportaba como una niña y tal vez si lo era, pero porque no le enseñaron a comportarse como tal muchas veces pensaba que no podía ser feliz y como siempre le echaban la culpa de todo total ya estaba acostumbrada.

Muchas veces no hablaba por qué decían que decía puras tonterías, no le ponían atención que realmente quería su padre, se iba a los gritos y muchas veces era controlador, por eso optaba por no llorar frente a los demás en ocultar todo lo que realmente le pasaba.

― Leonardo me gustaría que fuéramos al museo ― le dijo Daina estaba tan feliz por ir, pero como siempre él no tenía tiempo para ella.

― Y me lo tenías que decir, a hoy sabes que no tengo tiempo ― le dijo Leonardo negando con la cabeza.

― Desde hace una semana te dije que quería salir contigo ― le dijo Daina contestando un poco enojada.

― Haber tengo trabajo, sabes que ser abogado me absorbe mucho el tiempo ― le dijo Leonardo viéndola a Daina quien solo se agachaba la mirada.

― Solo pedía tiempo para mí para nosotros hace tanto tiempo que no pasamos tiempo juntos ― le dijo Daina haciendo que él negara con la cabeza.

― Sabes que vámonos, ya se me quito el hambre ― respondió Leonardo azotando la servilleta.

Llevándose a Daina a la casa, ella le quería decir a su padre lo que pasaba, pero siempre él decía que la iban a utilizar llevándola a pensar que no servía para mujer, quería decirle a su hermana, pero ella era una mujer muy ocupada por lo menos tenía a su hermano que la hacía reír con sus tonterías.

Pasaron los días ella esperaba en el teléfono llamadas de Leonardo, pero como siempre la dejaba plantada, su hermana le decía que se consiguiera otro novio que era joven, bonita, pero ella tenía miedo de conocer a alguien más por su papá que no le permitía conocer más personas.

Era un miedo inmenso tanto que mejor se encerraba en sí misma sin saber lo que le deparaba, el destino, lo que de verdad le esperaba.

― Ya llegué papa ― decía ella para después encerrarse en su cuarto era una chica muy tímida, tanto que su hermana para sacarla un poco de su encierro se iba de vacaciones cada que podía.

Llego las vacaciones de su hermana, ella traía muchas cosas, entre ellas regalos que les hacía cada año con ella, se desvelaba, se divertía como hace mucho, no se divertía, aunque su padre le controlaba hasta la hora de dormir su hermana resulto ser su más grande amiga.

Así fueron pasando los años, Leonardo había reservado un anillo de compromiso, quería casarse con ella, pues a pesar de que estaba viendo a una mujer más, él quería a Daina a pesar de sus berrinches, a pesar de todo él, la amaba.

― ¿De verdad piensas casarte con ella? ― le pregunto su amigo a Leonardo por lo que él asiente.

― La quiero sacar de una cárcel en la que ella está metida ― hablo Leonardo viendo su computadora.

― Más cárcel le darás llevándotela contigo ― hablo su amigo tratando de que tuviese un poco de cordura para que no se casara con Daina.― Déjala que ella abra los ojos, se dé cuenta de que ella merece ser feliz ― le dijo su amigo haciendo que Leonardo asintiera.

Sin embargo, varias amigas le decían a Daina que hiciera su vida, pero ella pensaba que no podía hacer su vida, aunque quisiese así pasaron los años, Leonardo, aunque trataba de que fuese feliz, ella no lo era, siempre caía en la misma situación que algo le hacía falta en su vida.

La relación con ella se había vuelto áspera y monótona, ya no había esa conexión que ambos sintieron el día que se conocieron, ya no sentían ese amor que habían sentido desde el día que empezaron a platicar, ahora ella se sentía infeliz en una relación que no se sentía a gusto en una relación en la cual Leonardo no sabía escucharla no sabía entenderla y que solo la veía cada 3 meses o si no cada medio año si bien le iba.

Una tarde Daina terminaba de cocinar y se iba a su biblioteca personalizada que tenía en su cuarto era lo único que le tranquilizaba leer y zambullirse en esos libros donde no se sentía juzgada donde sentía que por primera vez era libre soñaba cada día un amor puro un amor sincero un amor que la comprendiera un amor que le dedicaran canciones poemas un amor a la antigua eso soñaba ella un amor a la antigua, pero como siempre eso quedaba en sueños, ya que su padre no dejaba que ella saliese le asustaba tanto su padre que tenía miedo que la alejara de su pequeño hermano de ese pequeño que le llenaba la casa de alegría.

«Arréglate esta tarde iremos a cenar» decía Leonardo en un mensaje, ella estaba a punto de arreglarse cuando de pronto recibió otro mensaje, era de su hermana diciéndole que vio a su novio con otra pareja, con otra mujer, ella al ver las fotos sentía que su mundo se caía y se derrumbaba esa tarde quiso llorar quiso gritar, pero tenía que guardarlo, ya que su padre diría «Te dije que solo que utilizan» puesto que decidió guardar todo lo que tenía todo lo que sentía como una especie de mochila...

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