Bianca
Me desperté de golpe, sintiendo que me ahogaba en mi propia desesperación. Un nudo se formó en mi garganta, y antes de darme cuenta, las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Me senté en la cama, intentando recuperar el aliento, pero mi corazón latía desbocado, como si algo no estuviera del todo bien.
Me levanté con rapidez y me dirigí al baño. Necesitaba calmarme. Abrí la llave del agua y dejé que el frío líquido refrescara mi rostro. Respiré hondo, tratando de ahuyentar aquella sensación de angustia. Luego, me cepillé los dientes y decidí ducharme. Quizás el agua fría me ayudaría a relajarme un poco.
Cuando salí, me envolví en una toalla y regresé al cuarto de visitas donde me estaba quedando. Alexandra seguía profundamente dormida, así que no quise despertarla. Preferí dejarla descansar un poco más. Salí en puntillas y caminé hasta mi habitación para vestirme.
Mientras buscaba algo que ponerme, recordé que anoche no vi a mi gatita, Mimi. Seguramente estaba con mi ab