Sinopsis En medio de una familia marcada por antiguas rivalidades, Grecia regresa tras años de ausencia, cargando el peso de un pasado doloroso. La traición de Laura, una astuta villana, provoca su separación de Luis Fernando, su esposo. Laura manipula a todos, haciéndoles creer que Grecia lo engañaba con otro hombre, mostrando fotos montadas que destruyen su reputación y su matrimonio. Desolada, Grecia sale de la mansión de los Repoll sin dinero y tan solo con lo que llevaba puesto, ya que la madre de Luis Fernando, la echó sin piedad. En un intento por explicarse, Grecia busca a Luis Fernando en la oficina de su padre, solo para encontrarse con la desgarradora imagen de su esposo besándose con Laura. Devastada y con todas las pruebas en su contra, decide aceptar su derrota y marcharse lejos para olvidar el dolor que ambos le causaron. Luis Fernando, cegado por los celos, asume que la traición de Grecia era verdad y se casa con Laura, creyendo que así podrá olvidar a Grecia. La boda es un evento grandioso, y Grecia se entera a través de la prensa, sintiéndose frustrada y traicionada, cuestionándose si Luis Fernando había planeado todo para justificar su separación. Cinco años después, Grecia ha reconstruido su vida lejos de los Ripoll. Conoce a Guillermo Lombardo, un hombre adinerado que decide casarse con ella tras escuchar su historia. Guillermo, guarda una vendetta personal contra los Ripoll debido al despojo que estos hicieron a su familia robando las recetas de comida con las que prosperaron y se hicieron ricos, al abrir una cadena de restaurant. Guillermo muere repentinamente de un infarto, dejando a Grecia como heredera universal, ella regresa con la idea fija de vengaser de los Ripoll y de recuperar la fortuna que le robaron a los Lombardo.
Leer másLuis Fernando, al ver a Grecia, no pudo contener las ganas de hablar con ella y tratar de explicarle.—Grecia, tenemos que hablar —dijo, acercándose a ella con una mezcla de urgencia y desesperación.—Yo no tengo nada que hablar contigo. Todo está dicho —respondió Grecia, sin importarle que la recepcionista estuviera escuchando. Su voz era firme, pero en su interior ardía una mezcla de rabia y dolor. Lo único que quería era salir del hotel, lejos de él y de Miranda.—Por favor, Grecia, ¿no te das cuenta de que eso es lo que quiere Miranda? Separarnos de nuevo.—Sí, claro, pero esta vez hay un detallito adicional: un hijo en camino. ¿O qué pensabas, que nunca me iba a enterar? Un hijo no puede ocultarse tan fácilmente. —Pero tú, sin embargo, sí pudiste ocultarme durante estos tres años a mi hija—las palabras de Luis Fernando cayeron en Grecia como dagas, sintiendo que cada una de ella le atravesaba el corazón.Fue un golpe muy bajo para Grecia. Se quedó callada, mirándolo con odio. Es
Ya había amanecido, y la luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de la hermosa suite. Grecia aún estaba dormida, su rostro reflejaba serenidad y relajación, mientras Luis Fernando la observaba con una mezcla de admiración y ternura. La noche anterior había sido un torbellino de emociones y pasión, y ahora, al verla descansar junto a él, sentía que todo lo que habían vivido juntos había valido la pena.Luis Fernando se acomodó en la cama, apoyando su cabeza en una mano mientras sus ojos recorrían cada detalle de su cuerpo desnudo. El suave movimiento de su pecho al respirar, los cabellos desordenados que caían sobre su frente y la forma en que sus labios parecían curvarse en una ligera sonrisa lo hacían sentir afortunado. Era un momento de paz que contrastaba con la tormenta de sentimientos que había enfrentado la noche anterior.Decidió levantarse con cuidado para no despertarla. Quería ordenar un desayuno ligero, algo que pudieran disfrutar juntos antes de regresa
El ambiente que antes estaba lleno de romanticismo se tornó tenso. Grecia se veía visiblemente nerviosa, a pesar de sus esfuerzos por disimularlo. Había abierto una brecha que ya no podía evadir; había llegado el momento de decir la verdad. Luis Fernando la observaba con seriedad, esperando una explicación, mientras ella se frotaba las manos, incapaz de ocultar su inquietud. Tenía miedo de su reacción.—Y bien, Grecia —dijo él, rompiendo el silencio—, ¿por qué has dicho “nuestros hijos” si tan solo tenemos a Guillermito? ¿O acaso hay algo que yo no sé? No quiero que me ocultes nada, asi que habla. —Sí, Luis Fernando, hay algo que tú no sabes, y ha llegado el momento de decírtelo —respondió Grecia, con una voz temblorosa.—¿Qué pasa, Grecia? Me estás asustando. Habla de una buena vez —dijo él, esta vez con un tono un poco más fuerte, comenzaba a sentirse incómodo.—Luis Fernando, necesito contarte cómo fueron en realidad las cosas, pero te pido que no me interrumpas. Espera a que te e
El automóvil de Monserrat empezó a salirse de control de repente, como si algo invisible lo empujara a toda velocidad. Ella sintió cómo el volante se le escapaba de las manos, mientras un sudor frío recorría su frente. La adrenalina llenó su cuerpo mientras conducía a una velocidad que la dejaba sin aliento. Todo lo que la rodeaba se volvía una mancha de colores que giraban y se mezclaban rapidamente ante sus ojos. El rugido del motor resonaba en sus oídos, como un grito que la advertía del peligro. En ese momento todo se tornó oscuro, pensó que había llegado el final que ella había estado buscando en medio de susufrimiento. —¡No! —gritó, pero su voz se perdió en el ruido ensordecedor del auto.El pánico la envolvió, y la desesperación se apoderó de su mente. Sabía que había causado un desastre y que su vida estaba a punto de cambiar para siempre. Sin poder hacer nada para evitarlo, las consecuencias de sus actos provocaron que el coche se saliera de la carretera, y en tan solo un in
Aquella alegría que había transformado la vida de Guillermo, haciéndole ver que su destino no se encontraba al lado de Grecia, de pronto se convirtió en una pesadilla insoportable. Monserrat había tocado un tema que él había dejado cuidadosamente en el pasado, y que pensó que jamás volvería a salir a la luz. Cuando se casó con Grecia, había llenado su vacío emocional con los hijos de ella. Pero ahora, la situación se tornaba diferente; Monserrat era una joven vibrante, llena de ilusiones, como toda mujer soñaba con tener hijos del hombre que ama. Pero, ¿cómo le decía que no podía darle hijos?. Pensaba que si le decía la verdad, ella ya no lo vería igual. Guillermo estaba lleno de complejos, mantenía la absurda idea, de que por ser estéril, no era un hombre completo. Se encontraba en una encrucijada de la que no sabía cómo escapar, mientras ella lo observaba extrañada por su cambio de comportamiento.—Guillermo, por favor, mi amor, al menos dime algo. Estabas tan contento y de pronto t
La noche prometía ser perfecta. El señor Pasquel no había escatimado en detalles para sus invitados especiales: la terraza del hotel brillaba como nunca, bañada en luces cálidas que titilaban suavemente, creando una atmósfera romántica y acogedora. Las luces colgantes, delicadamente distribuidas, parecían estrellas caídas del cielo, iluminando el espacio con un resplandor dorado. El viento traía consigo el aroma salobre del mar, acariciando las cortinas de lino que danzaban al compás de la brisa, creando un suave murmullo que se mezclaba con el sonido de las olas rompiendo en la orilla. En el rincón más privilegiado de la terraza, justo donde la vista se perdía en la inmensidad del mar, una mesa redonda resplandecía con flores frescas, en tonos vibrantes que contrastaban con la elegancia de la porcelana fina y las copas de cristal que aguardaban el momento exacto para brindar.Las velas ya estaban encendidas en la terraza, mientras una suave melodía envolvía el ambiente, creando un fo
Último capítulo