Luis Fernando entró en la sala, y su expresión de sorpresa se transformó rápidamente en confusión al percibir la tensión entre sus padres.
—¿De qué verdad están hablando? —preguntó con firmeza, frunciendo el ceño.
Greta y Armando intercambiaron miradas nerviosas, sintiéndose por un momento al descubierto. Sin embargo, Greta no podía permitir que sus planes se vieran arruinados, así que fue la primera en reaccionar antes de que Armando pudiera decir algo.
—Luis Fernando, hijo, no te esperaba tan temprano —dijo, acercándose a él con disimulo y dándole un beso en la mejilla, sonriendo como si nada estuviera pasando. Greta siempre había tenido la capacidad de actuar con frialdad.
—Madre, te hice una pregunta. Cuando llegué, ustedes hablaban de una verdad —replicó Luis Fernando, con voz firme. Quiero saber a qué se referían.
Greta, forzando una sonrisa nerviosa, intentó explicarse.
—Estábamos discutiendo sobre la boda y… —su voz se cortó, luego miró a Armando con una expresión