Había amanecido un nuevo día, y Luis Fernando y Grecia se dirigían al centro social donde se encontraba la pequeña Valentina. Después de tanto esfuerzo y todas las gestiones que había realizado el licenciado Burgos, por fin el juez había aprobado la petición de adopción que Grecia y Luis Fernando habían solicitado. La emoción los llenaba de felicidad, y ambos no podían dejar de sonreír mientras caminaban hacia el Centro Social de menores.
Aquella mañana, se habían levantado muy temprano, llenos de entusiasmo, para darle la sorpresa a Valentina. La niña no tenía idea de lo que estaba por suceder; habían decidido no decirle nada durante el tiempo que durara el proceso, para no ilusionarla hasta estar completamente seguros de la decisión del juez.
Además, Valentina, había sido sometida a tratamientos psicológicos y psiquiátricos, en vista de todo el horror que había vivido, por lo que debían ser prudentes hasta que estuviera más estable tanto física como mentalmente.
—Valentina, hay