DANTE
Desperté antes de que el sol comenzara a filtrarse por las cortinas. Giulia aún dormía a mi lado, respirando de manera tranquila, ajena a que mis ojos la recorrían con descaro. Hacía años que no veía a una mujer despertar junto a mí, y menos aún en mi cama.
Se movió levemente, girando sobre sí misma, y entonces fingí cerrar los ojos. Entreabiertos, los mantuve lo suficiente para verla mirarme en silencio durante unos segundos, como si tratara de descifrarme. Luego se levantó despacio.
Se quitó la camiseta que le había dado la noche anterior, y por un instante tuve una vista completa de su espalda, la curva suave de su cintura, el contraste de su piel con la tenue luz matinal. Sus glúteos, sus piernas… y ese aroma suyo que aún se mezclaba con el mío: un rastro de cocina, pan recién hecho y algo más… algo que se estaba quedando grabado en mí.
Se giró a un lado, sus senos firmes, de perfecto tamaño. Podía imaginar lo que podía hacer con ese cuerpo.
Giulia terminó de vestirse sin