Rocío una Omega de 18 años, que no se transforma, quiere salvar a Isabella de sus agresores, siendo ella capturada y convirtiéndose en victima, su mejor amiga Sofía que no sabe quién es su padre, se transforma en loba para salvarla, Max el próximo alfa no está interesado en su mate quiere elegir una luna fuerte, que lo acompañe, Jason su beta, tiene un una lucha interna con Lucas por Sofía, y los gemelos que no están dispuestos a compartir una mate. secretos que destruirán relaciones y la vida de más de uno, lucharán para cambiar las cosas en la manada, dejando su legado, lo lograrán?
Ler maisEn un mundo donde los hombres lobo existen y son protegidos por la Diosa Selene, también se mantienen marcadas diferencias sociales dentro de sus comunidades. Estas se organizan en una jerarquía clara, dividida de la siguiente manera:
Alfa: Líder de la manada. Fuerte, inteligente, estratega y valiente. Es responsable de la seguridad del grupo y del manejo de sus empresas, asegurando así la estabilidad económica de toda la comunidad.
Luna: Compañera y pareja del Alfa. Una vez que el Alfa la marca o se casa con ella —lo que ocurra primero—, se convierte en la Luna y dirige junto a él. Además de colaborar en la administración interna de la manada, también cumple funciones organizativas y económicas.
Beta: Segundo al mando. En ausencia del Alfa, es quien toma el control de la manada. Generalmente, es la persona de mayor confianza del líder. Supervisa el orden interno y actúa como consejero, además de vigilar el correcto funcionamiento económico de la comunidad.
Gamma: Tercer en la jerarquía. Se encarga de la comunicación con el mundo humano, así como del desarrollo de estrategias tanto para negocios como para conflictos. Es el principal planificador y coordinador de la información.
Delta: Guerreros de élite. Su labor principal es ejecutar maniobras de combate, proteger las fronteras y manejar información estratégica sobre otras manadas. Son expertos en defensa y vigilancia.
En la base de esta estructura se encuentran los Omegas, considerados los más débiles dentro de la jerarquía.
Por lo general, los Omegas son físicamente más pequeños y con menor masa muscular. Sin embargo, siguen siendo una parte esencial de la manada, contribuyendo al bienestar colectivo. Realizan labores cotidianas similares a las que desempeñan los humanos en cualquier ciudad. Aunque es poco común, existen Omegas que destacan tanto en inteligencia como en combate, llegando incluso a convertirse en guerreros o guardianes.
Los hombres lobo habitan en comunidades llamadas manadas, establecidas generalmente en bosques o junto a ríos. Estas “ciudades” están rodeadas por extensas áreas de vegetación, muchas de las cuales pertenecen a la propia manada. Dichos territorios les permiten correr libremente en su forma lobuna y vivir en armonía con la naturaleza.
A pesar de su conexión con lo salvaje, las manadas están adaptadas a los tiempos modernos. Cuentan con acceso a internet, supermercados, colegios y demás servicios. Incluso disponen de institutos gestionados por las autoridades de cada manada. Las universidades, por otro lado, se ubican en zonas neutrales, lejos de los límites territoriales de cada grupo.
En cuanto a las relaciones amorosas, los hombres lobo esperan encontrar a su mate: su pareja predestinada, una conexión sagrada otorgada por la Diosa Selene, creadora de su especie. Esta unión se reconoce al mirar a los ojos de la otra persona, por el aroma único de cada uno, o por el toque de piel, que genera una ligera descarga eléctrica.
La transformación en hombre lobo ocurre al cumplir los 18 años. En ese momento, los sentidos —especialmente el olfato— se agudizan, despertando el impulso de encontrar a su compañero o compañera de vida.
Sin embargo, no todos logran transformarse. Para ellos, el futuro suele ser duro: la manada los considera defectuosos y, aunque pueden vivir entre los suyos, con frecuencia sufren el aislamiento social. Lo más doloroso es que no pueden encontrar a su otra mitad. Aunque pueden formar pareja si alguien decide elegirlos, siempre sentirán un vacío. Muchas veces no pueden tener hijos, y si lo logran, existe el riesgo de que estos hereden la misma condición.
NarradorEl Gran Salón del Hotel Evans estaba irreconocible. Candelabros de cristal colgaban del techo abovedado, proyectando destellos dorados sobre las paredes tapizadas. Una alfombra color vino recorría el suelo desde las escaleras hasta la pista de baile, y un aroma sutil a maderas orientales y flores blancas flotaba en el aire. Todo estaba preparado para una noche diplomática… pero también para mucho más.La familia Valenzuela llegó puntual, como si el tiempo se inclinara a su favor. El Alfa Esteban Valenzuela avanzó con paso seguro, irradiando la clase de poder silencioso que hacía que la gente se hiciera a un lado sin necesidad de palabras. Su presencia era imponente: alto, moreno, de mandíbula firme, con un traje oscuro perfectamente entallado. A su lado, sus hijos trillizos caminaban en perfecta sincronía, como si compartieran un mismo ritmo vital.Los tres jóvenes eran distintos, pero el parecido entre ellos era innegable. Uno tenía el cabello rebelde, los ojos oscuros y una
Punto de vista de SofíaDespertó entre el calor de dos cuerpos que la envolvían como un refugio. Su piel, aún sensible, se estremecía con cada respiración de ellos. Jason dormía profundamente a su derecha, mientras Lucas, a su izquierda, la observaba en silencio.Ella parpadeó, algo aturdida por el placer acumulado en su cuerpo.—¿Qué me hicieron? —susurró para sí, sonrojada al notar que aún los tenia profundamente en su interior.Lucas le acarició la mejilla con los nudillos.—Buenos días, pequeña —dijo con esa voz grave que le erizaba la piel.
Punto de vista: IsabellaDespertó con un leve dolor de cabeza, pero con una sonrisa en los labios. A pesar de todo, algo dentro de ella vibraba con una tibia alegría. Se levantó, fue al baño y se duchó. El agua tibia la ayudó a sacudirse la pesadez del cuerpo. Al salir, su reflejo en el espejo le devolvió una imagen que empezaba a reconocer y aceptar. Se vistió con seguridad: una minifalda de cuero negro, botines con cadenas decorativas y un peto de encaje que resaltaba sus curvas, en especial sus pechos, que últimamente parecían haber crecido con ella.Un golpeteo en la puerta la interrumpió.Cuando abrió, allí estaba Leo. É
Punto de vista: IsabellaEl taxi se deslizaba por las calles mojadas mientras Isabella miraba por la ventana empañada. Sentía los ojos del conductor sobre ella y comenzó a incomodarse. Luego lo entendió: estaba completamente empapada. Su vestido se le pegaba al cuerpo, y en ese momento agradeció haber encontrado aquellos diez dólares. Aún se reía de la escena con el “princeso”, ese chico guapo y mimado que no sabía cambiar una rueda. Qué divertido había sido ayudarlo.—Supongo que yo también fui así alguna vez… o lo soy —pensó—. Mis amigos, mi familia, nunca me dejaron sola. Pero ahora… ahora yo también tengo secretos. Cosas que no contaré. Al menos, no todav&ia
Punto de vista de RocíoLucas la miró en silencio.Y aunque nadie lo dijo en voz alta, todos los chicos pensaron lo mismo.“Rocío siempre pudo contactarse con ellos mentalmente”.Era algo que nunca habían cuestionado, algo que simplemente estaba ahí. Pero ahora todo tenía sentido: ella no era una simple Omega sin lobo.Era una doncella… eso cambiaba todo.Significaba que podía ser pareja de un vampiro, o también ser marcada por un lobo, si el destino lo permitía. Podía incluso dar a luz a un hijo vampiro, aunque ese milagro venía con un precio: el riesgo de que el bebé consumiera su energía vital. O que el mismo vampiro, al alimentarse, la debilitara lentamente… impidiendo que el embarazo llegara a término.Rocío tragó saliva, mirando cómo todos la observaban como si fuera algo completamente nuevo, como si recién ahora la vieran de verdad.Sofía se acercó, con lágrimas en los ojos.—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó en voz baja, dolida—. ¿Por qué no pediste ayuda? ¿Por qué no confi
Punto de vista de los chicosEl silencio se volvió pesado mientras todos esperaban el siguiente ascensor. Nadie hablaba. Nadie sabía cómo empezar.Sofía miraba la puerta de metal como si pudiera derretirla con la mirada. Sentía un nudo en el pecho, como si alguien la apretara desde dentro.Había perdido algo. No. Alguien.Giró lentamente el rostro, buscando a Rocío, que se había quedado a un costado, la mirada clavada en el piso, con los brazos cruzados y una expresión hermética.Respiró hondo.—Rocío —susurró, como si el nombre se le hubiera quedado atrapado en la garganta—.<
Último capítulo