Narrador
El Gran Salón del Hotel Evans estaba irreconocible. Candelabros de cristal colgaban del techo abovedado, proyectando destellos dorados sobre las paredes tapizadas. Una alfombra color vino recorría el suelo desde las escaleras hasta la pista de baile, y un aroma sutil a maderas orientales y flores blancas flotaba en el aire. Todo estaba preparado para una noche diplomática… pero también para mucho más.
La familia Valenzuela llegó puntual, como si el tiempo se inclinara a su favor. El Alfa Esteban Valenzuela avanzó con paso seguro, irradiando la clase de poder silencioso que hacía que la gente se hiciera a un lado sin necesidad de palabras. Su presencia era imponente: alto, moreno, de mandíbula firme, con un traje oscuro perfectamente entallado. A su lado, sus hijos trillizos caminaban en perfecta sincronía, como si compartieran un mismo ritmo vital.
Los tres jóvenes eran distintos, pero el parecido entre ellos era innegable. Uno tenía el cabello rebelde, los ojos oscuros y una