Despertó entre el calor de dos cuerpos que la envolvían como un refugio. Su piel, aún sensible, se estremecía con cada respiración de ellos. Jason dormía profundamente a su derecha, mientras Lucas, a su izquierda, la observaba en silencio.
Ella parpadeó, algo aturdida por el placer acumulado en su cuerpo.
—¿Qué me hicieron? —susurró para sí, sonrojada al notar que aún los tenia profundamente en su interior.
Lucas le acarició la mejilla con los nudillos.
—Buenos días, pequeña —dijo con esa voz grave que le erizaba la piel.