Punto de vista: Isabella
El taxi se deslizaba por las calles mojadas mientras Isabella miraba por la ventana empañada. Sentía los ojos del conductor sobre ella y comenzó a incomodarse. Luego lo entendió: estaba completamente empapada. Su vestido se le pegaba al cuerpo, y en ese momento agradeció haber encontrado aquellos diez dólares. Aún se reía de la escena con el “princeso”, ese chico guapo y mimado que no sabía cambiar una rueda. Qué divertido había sido ayudarlo.
—Supongo que yo también fui así alguna vez… o lo soy —pensó—. Mis amigos, mi familia, nunca me dejaron sola. Pero ahora… ahora yo también tengo secretos. Cosas que no contaré. Al menos, no todav&ia