Mundo ficciónIniciar sesiónEl cielo sobre Londres amanecía cubierto por una niebla ligera que se deslizaba suavemente sobre las aguas del Támesis. El aire olía a humedad, a tierra mojada y a hojas recién caídas.
Emma estaba sentada en uno de los bancos del parque, envuelta en su abrigo color camel, con las manos frías y el rostro inexpresivo. Había estado allí desde hacía más de una hora, mirando el movimiento del río sin realmente verlo.
Las campanadas de una iglesia cercana marcaron las nueve de la mañana. A esa hora, las familias empezaban a llenar el parque: parejas que paseaban con sus bebés en coche, niños corriendo detrás de palomas, padres levantando a sus pequeños en el aire mientras reían.
Emma los observaba en silencio, con el corazón apretado.
Una madre pasó frente a ella empujando un cochecito. Dentro, un bebé de apenas unos meses reía, mostrando las encías rosadas y moviendo las manitas al aire. La mujer le sonrió con ternura a su hijo, inc







