Mundo ficciónIniciar sesiónLa lluvia había regresado a Londres, y con ella, el gris que lo envolvía todo. Las calles mojadas reflejaban los faroles como hilos de fuego líquido, y el cielo, cubierto por nubes densas, parecía pesar sobre los tejados.
Emma observaba la ciudad tras la ventana de su habitación, con la maleta abierta sobre la cama y el corazón apretado en el pecho. No lloraba. No podía hacerlo. Las lágrimas se le habían terminado desde hacía días, desde el momento en que la palabra *embarazo* se volvió una condena.
Sus padres habían sido tajantes. No querían saber nada del asunto. Ni del bebé, ni del padre, ni de ella.
“Nos has avergonzado”, había dicho su madre con voz firme, cruzada de brazos, evitando mirarla directamente. “Vete antes de que tu padre haga otro escándalo”.







