El alfa inmuneES

Kendra.

Corro por el bosque, estoy casi sin aliento. Escucho a lo lejos los aullidos de lobos, me están cazando, sé que son los hombres de mi padre. Desde que hui de casa obligada por mi madre no pare de correr. Estoy cansada de esconderme, de ocultarme y tener miedo, yo no pedí esto, no pedí ese don.

Todo empezó cuando cumplí 18 años y mi loba Morin despertó, hasta antes de ese momento yo era la princesa de la manada. Mis padres me adoraban y ya estaban deseando que mi loba despertara, así encontraba a mi mate y reinaríamos en la manada Bluemoon. Al ser hija única era obvia la sucesión de poder, pero todo se torció y acá estoy corriendo de bosque en bosque en medio de guerras internas entre manadas.

La guerra se desató cuando yo tenía ocho años, todo debido a que no aceptan que el alfa de Moonblod sea el que nos gobierne y dicte las leyes. Si tenemos un líder, un alfa en cada manada, aunque desde hace siglos se puso a alguien que se encarga de verificar que nadie se exceda y se respete ciertos estándares. Eso convierte al alfa de Moonblod en el alfa supremo, y cada manada debe rendirle cuentas.

Hoy estoy siendo perseguida por tres lobos rastreadores, Morin quiere transformarse y atacar. Por mi parte prefiero seguir corriendo y llegar al río y perder mi rastro en el agua, no es lo ideal debido a que el pigmento que me puse en el cabello para ocultar mi cabello blanco se va a ir y eso es lo que me hace pasar desapercibida. Están buscando a alguien albina y me coloco pigmento negro en mi larga cabellera. Pero prefiero tener que volver a pintar mi cabello que perder la vida o ser arrastrada a las garras del alfa Dorian, mi padre.

Estoy a nada de llegar a la orilla cuando un lobo, que reconozco como Peter, salta sobre mí. Me hace trastabillar hacia atrás y con eso me alejo de él.  Sus dientes están expuestos y su gruñido es fuerte informando a los otros dos que me encontró. No quiero, pero no me queda otra opción, dejo que la energía de Morin fluya por mi cuerpo y mis ojos se ponen en blanco cuando uso mi poder y manipulo a Peter para que salga huyendo. Si mi don es la manipulación mental, puedo hacer que las personas hagan lo que quiera, que pierdan su voluntad de decisión. Se preguntarán ¿por qué no uso mi poder para manipularlos y dejar de huir?, es fácil eso me agota terriblemente, también está el hecho de ¿por qué no manipule a mi padre para que no me persiga? La respuesta es fácil, él consiguió un amuleto de un grupo de brujos llamados Valcary y no puedo hacer nada sobre él.

Una vez que estoy segura de que Peter se fue, retomo mi huida hacia el río y saltó justo al agua cuando otro lobo me pega un zarpazo en la cara y con ese impulso caigo a la corriente del río.

No sé cómo sobreviví, o mejor si lo sé, Morin tomó control de mi cuerpo e impidió que me ahogara, ella logró llevarme a la orilla y mantenerme a salvo mientras yo estaba inconsciente. Eso es lo bueno de tener lobo, somos dos entidades diferentes en un mismo cuerpo y que tenemos un mismo destino, estamos unidas, para bien o para mal. Cuando despierto ya es de noche y no reconozco el entorno. Soy consciente que estoy desnuda, eso se debe al hecho que Morin tomó el control de mi cuerpo. Me duele la cabeza, por suerte la marca de la garra que me hizo el lobo se curó.

-Gracias diosa por no dejar marca en mi cara- digo a la luna.

-Sos una dramática- me dice Morin.

-Eso porque nunca lidiaste con las lobas de mi manada- sentenció.

-Gracias a la diosa que nos fuimos antes o estarían muertas a esta altura.

No lo dudo, en este tiempo que estamos juntas aprendí que el carácter de Morin es imponente y se cree la reina de los lobos. Fue complicado adaptarnos debido a que mi carácter también es fuerte y más de una vez chocamos a la hora de decidir qué rumbo tomar.

Lo primero que hago es buscar alguna cabaña, casa o sitio donde haya ropa, si bien soy loba no estoy acostumbrada a exhibirme y tal vez eso se debe a que estamos sola Morin y yo desde que huimos. No tuve tiempo de convivir en manada y acoplarme a las costumbres de nuestra gente.

Si ya sé que nací en una manada, pero hasta que nuestros lobos no despiertan el alfa Dorian no permite que interactuemos en las tradiciones y festivales donde se congregan los lobos. Es decir, somos de la manada, aunque nos consideran de menor categoría, salvo conmigo que me daba prioridad al ser su heredera. Se me enseñó las costumbres y las tradiciones, aunque no se me permitió participar de ninguna.

Camino un rato hasta que veo una cabaña abandonada e ingreso con cuidado, se nota que hace años nadie habita acá y por suerte hay ropa de mujer de mi tamaño. La sacudo y el polvo vuela por todos lados, así que decido ponerme algo e ir al río a lavar algunas prendas y ponerlas a secar mientras descanso en la cabaña. Es tarde y no tengo ganas de huir, y hasta que los rastreadores den conmigo creo que tengo algo de tiempo para pasar una noche tranquila.