Capítulo 61 – Corazones Encadenados.
Torre Ápex – 5:15 p.m.**
Gabriela salió de la oficina como si el aire le quemara los pulmones. El eco de la voz de Fernando —“Me arrepiento, quiero volver”— le retumbaba en la sien como un martillo. Fingía. Lo sabía con cada fibra de su ser. Lo sentía en cada sílaba calculada, en la forma en que sus ojos evitaban los suyos al pronunciar “arrepentimiento”. Pero no podía permitirse desmoronarse. No hoy. No cuando Flor necesitaba que fuera la roca que siempre había sido.
En el ascensor privado, se miró en el espejo de acero pulido. Ojos duros como esmeraldas, labios apretados en una línea que ocultaba la tormenta interior. El traje negro de ejecutiva aún impecable, pero su mente era un torbellino. Respiró hondo, contando hasta diez. Esa tarde era la boda de Flor. El resto —Fernando, sus mentiras, el tablero de traiciones— podía arder hasta mañana.
En la Mansión – 6:30 p.m.
La mansión estaba transformada en un sueño nupcial. El jardín principal, rodeado de altos muros de piedra y vigilado