Amara
La tierra bajo sus pies no era la misma.
Aunque sus botas apenas rozaban el polvo agrietado de las ruinas, Amara podía sentir cómo las memorias enterradas despertaban bajo cada paso. El eco de antiguos cánticos —ya sin voz— flotaba entre las piedras dispersas, como si el faro no hubiese sido destruido, sino que hubiese simplemente... dormido.