Cindy
Cuando la puerta se cerró, la tensión en el ambiente se disipó apenas.
Bruno se apoyó en el respaldo del sillón y exhaló con calma.
—¿Qué fue eso? —preguntó él arqueando una ceja
—¿El qué? —respondí casi al instante.
Justo cuando Bruno iba a decir algo, un movimiento interrumpió la escena.
—Disculpen —la voz de Melva, la señora encargada de la casa, sonó con la calma respetuosa que la caracterizaba—. Señorita Cindy, señor Bruno, lamento interrumpir.
La mujer, de rostro amable y modales impecables, dio un paso adelante con las manos entrelazadas al frente.
—¿Quieren que prepare pescado o carne para el almuerzo?
Bruno desvió la vista de mí. No respondió de inmediato, dejando que la pregunta flotara en el aire.
Lo miré, esperando que dijera algo, pero él simplemente tomó su vaso de whisky con indiferencia, como si la decisión no le correspondiera.
—Pescado —dije finalmente, manteniendo la voz tranquila.
Melva asintió con una pequeña sonrisa.
—Perfecto, señorita.
Aprov