Zane
La luz del amanecer se filtraba por los ventanales de la oficina de Zane, proyectando sombras alargadas sobre los mapas desplegados en su escritorio. Llevaba horas revisando los informes de las patrullas fronterizas, pero su mente divagaba constantemente hacia ella. Hacia Luna.
Apoyó ambas manos sobre la mesa y exhaló profundamente. Tres semanas habían pasado desde que aquella loba de ojos desafiantes había irrumpido en su territorio, y en ese breve tiempo, todo había cambiado. La manada, su rutina, sus pensamientos... él mismo.
Tomó el informe que Elijah le había entregado la noche anterior. Las palabras de su Beta resonaban en su cabeza: "Luna ha demostrado ser un activo valioso para la manada. Los cachorros la adoran, las hembras la respetan, y hasta los guerreros más reacios han comenzado a aceptarla."
Zane dejó escapar una sonrisa fugaz. No le sorprendía. Había observado cómo Luna se integraba gradualmente en la vida cotidiana de la manada. Su determinación, su capacidad par