Luna
El amanecer apenas despuntaba cuando Luna abrió los ojos. A su lado, Zane dormía profundamente, su respiración pausada y tranquila, tan diferente de la bestia feroz que todos temían. Contempló su rostro relajado, las líneas de preocupación suavizadas por el sueño, y sintió una oleada de determinación recorrer su cuerpo. Hoy era el día. La misión que había estado planeando en secreto durante semanas finalmente se pondría en marcha.
Con sigilo, se deslizó fuera de la cama, procurando no despertar a Zane. Sabía que si él descubría sus intenciones, jamás le permitiría marcharse sola. Pero esto era algo que debía hacer por sí misma, no solo por él, sino por toda la manada.
Se vistió rápidamente con ropa práctica: pantalones resistentes, botas de montaña y una chaqueta ligera pero impermeable. En una pequeña mochila guardó provisiones, un mapa y el amuleto que Mara, la curandera de la manada, le había entregado la noche anterior.
"Esto te protegerá," le había dicho la anciana con ojos