Nick Brown, un joven de 22 años, llega al Hotel-Romaní con la esperanza de empezar una nueva vida lejos de su pasado. El ambiente tranquilo y los nuevos rostros parecen augurar un buen comienzo. Sin embargo, todo cambia cuando descubre que su reflejo en el espejo comienza a comportarse de manera extraña y, eventualmente, cobra vida. Lo que parece un fenómeno paranormal sin explicación, resulta estar conectado a una tragedia antigua: el reflejo es en realidad la proyección del hijo fallecido del dueño del hotel, Eliot Garden. Tras su pérdida, Eliot ha buscado incansablemente una forma de traerlo de vuelta, y los espejos del hotel guardan un secreto oscuro: pueden abrir un portal entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Sin saberlo, Nick se ve atrapado en una lucha entre luz y sombra, vida y muerte. Mientras se acerca a la verdad, tendrá que decidir en quién confiar y cómo evitar que su reflejo lo reemplace para siempre. En el Hotel-Romaní, nada es lo que parece, y a veces... dejarse llevar, puede tener un precio demasiado alto.
Ler maisLa idea de vivir solo fue completamente suya.
Esa mañana, Nick llamó a una empresa de mudanzas para que recogieran sus cosas. En apenas media hora, el camión llegó. Su madre, con el corazón apretado, ya había empacado buena parte de su ropa. Nick se encargó del resto en silencio, tratando de disimular su propia ansiedad.
Cuando todo estuvo listo, madre e hijo salieron juntos de la casa. Ella iba unos pasos detrás, conteniendo las lágrimas. Le costaba aceptar que su hijo dejara el hogar en el que había crecido.
Nick la abrazó con fuerza antes de marcharse. Le prometió que la llamaría al llegar. Se subió a su auto, puso el motor en marcha y partió hacia lo que esperaba fuera el comienzo de una nueva etapa en su vida.
Durante el viaje, recibió una llamada. Era su madre.
—Solo quería saber si llegaste bien —dijo ella.
—Todavía no, pero estoy cerca. Todo está bien, má.
Ella suspiró aliviada.
Nick sabía lo difícil que era para su madre dejarlo ir. Pero también sabía que había llegado el momento de ser independiente.
Y con esa idea firme en la mente, continuó su camino hacia el Hotel-Romaní.
******
A pocos metros del hotel, un hombre discutía acaloradamente con el personal de seguridad. Su actitud era agresiva, y varios empleados tuvieron que intervenir para calmarlo. La tensión aumentó hasta que una mujer salió del edificio y se acercó con preocupación. Era Johana, la esposa del hombre.
—¿Qué está pasando? —preguntó ella, alarmada.
—Nada, amor. Solo un malentendido —respondió él, tratando de sonar tranquilo.
Pero uno de los guardias aclaró la situación:
—Señora, su esposo intentó agredir a uno de nuestros empleados.
Johana lo miró, decepcionada. Esta no era la primera vez que algo así ocurría. Max, su marido, tenía un historial de problemas por su mal genio, y cada incidente la alejaba un poco más de él. A pesar de las promesas de cambiar, siempre volvía a lo mismo.
Ella lo confrontó en silencio, con la mirada.
—Otra vez, Max. Dijiste que habías cambiado...
—Fue un malentendido. Solo quería hablar con alguien y se malinterpretó todo.
Pero los oficiales ya no estaban dispuestos a escuchar excusas.
—Eso explíqueselo al juez —dijo uno, mientras lo esposaban.
Johana cerró los ojos un instante, frustrada. Aunque sabía que debía alejarse de esa relación, una parte de ella seguía esperando que Max cambiara. Lo siguió hasta el patrullero, sin saber si era por costumbre, amor o simplemente miedo al vacío que él dejaría.
El auto rojo se estacionó frente al hotel. Nick bajó con una mezcla de nervios y entusiasmo. Había esperado este momento durante mucho tiempo, y por fin había llegado.
Los empleados de la compañía de mudanza comenzaron a descargar sus pertenencias. Nick se adelantó hacia la recepción para solicitar la llave de su habitación. Sin embargo, el recepcionista le informó que el señor Garden, el dueño del hotel, se encontraba en el sótano resolviendo un desperfecto.
Pacientemente, Nick regresó a la entrada para avisar a los trabajadores de la demora. Mientras esperaba, observó a la distancia el conflicto entre el hombre que había visto momentos antes y la policía. También vio a Johana, quien lucía angustiada.
A Nick no le gustaba juzgar, pero algo en la actitud de ese hombre le parecía peligroso. Hombres así, que solo sabían reaccionar con violencia, no inspiraban confianza. Le dio pena por la mujer, aunque sabía que ese tipo de situaciones no podían resolverse desde afuera.
Mientras tanto, los trabajadores seguían descargando los muebles y cajas en silencio. La brisa que llegaba desde los jardines del hotel se mezclaba con el murmullo de los demás huéspedes que observaban con discreta curiosidad la escena entre Johana y la policía. Nadie intervenía, pero todos sentían que algo había cambiado en la atmósfera.
Y Nick, sin saberlo, estaba a punto de descubrir cuán profundamente extraño podía volverse ese lugar.
El Hotel-Romaní se mantuvo en pie con la misma apariencia de siempre: elegante, algo antiguo, envuelto en un silencio que no incomodaba, sino que invitaba a escuchar más allá de lo evidente.Pero dentro de sus muros, algo había cambiado.Nick ya no era el mismo joven inseguro que había cruzado por sus puertas buscando una nueva vida. Lo que encontró fue más de lo que imaginó, y menos de lo que temía. No había respuestas claras, ni fórmulas mágicas. Solo un proceso lento, profundo, a veces doloroso… pero necesario.El espejo seguía colgado en la pared de su habitación. Ahora cubierto con una tela fina, no por miedo, sino por elección. Nick lo había enfrentado, y entendió que aquello que más le dolía no era lo que el espejo mostraba… sino lo que él mismo había ignorado por años.Por las mañanas, caminaba por los pasillos con serenidad. Saludaba a los empleados, charlaba con los huéspedes, y en ocasiones ayudaba a Roger con los relatos recopilados: pequeñas historias escritas en hojas su
En ese espacio extraño, Nick finalmente llegó a un lugar que reconoció como su antiguo hogar. Allí estaba su yo más joven, sentado en el suelo, abrazándose las rodillas. Sus ojos mostraban miedo y abandono.Nick se acercó y se arrodilló frente a él.—Lo siento —dijo—. No supe protegerte. Te dejé solo.El niño no respondió. Solo lo miraba con esa tristeza que tanto había evitado recordar.Nick lo abrazó. Lloró.Y fue entonces cuando todo comenzó a desvanecerse. Las sombras se disiparon. La oscuridad perdió su fuerza.Nick abrió los ojos.Estaba de nuevo en su habitación. En el suelo. Frente al espejo.Roger y Jackson lo ayudaron a incorporarse.—¿Estás bien? —preguntó Roger.Nick asintió, aún con lágrimas en los ojos.—Sí. Ahora sí.Y por primera vez, el espejo solo le mostró su reflejo verdadero. Nada más.******Los días siguientes fueron distintos para Nick. Ya no sentía el peso constante del miedo. El espejo seguía en su lugar, pero ahora solo mostraba lo evidente: a él mismo, sin
Esa noche, Nick se encerró en su habitación decidido a enfrentar al espejo. No quería más dudas.Apagó todas las luces, se sentó frente al vidrio y esperó. Minuto tras minuto, el reflejo no se movió. Pero Nick sabía que algo estaba latente.De pronto, el reflejo parpadeó… pero Nick no lo hizo.El otro "él" levantó la mano, lentamente, y colocó los dedos contra el vidrio. Esta vez, no parecía invitarlo a cruzar. Solo lo miraba, con tristeza.Nick se acercó. Puso su mano del otro lado, en el mismo lugar.Una sensación lo recorrió por completo: no era miedo. Era una profunda melancolía.—¿Quién sos? —preguntó en voz baja.El reflejo abrió la boca, pero no se escuchó sonido. Aun así, Nick entendió lo que le decía.“Soy la parte que dejaste atrás.”Nick se retiró del espejo. Cerró la puerta del baño, se sentó en el suelo y rompió en llanto.Por primera vez, sentía que no estaba huyendo del espejo… sino de sí mismo.******Al día siguiente, Roger lo encontró en el jardín. Nick se veía agota
Nick no pudo dormir esa noche. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de su reflejo extendiéndole la mano desde el otro lado del espejo. Era como si una parte de él quisiera entregarse… y otra, resistiera con todas sus fuerzas.Al amanecer, decidió salir a caminar por el jardín del hotel. El aire fresco lo ayudó a despejarse. Se sentó en una banca, con su cuaderno en las manos. Al abrirlo, encontró una nueva página escrita.No recordaba haberla redactado.“No tenés que tener miedo. Yo soy vos. Vos sos yo. Solo hace falta un paso más.”Nick cerró el cuaderno con fuerza.—Esto no puede estar pasándome —dijo en voz baja.De pronto, escuchó una voz a su lado. Era Roger.—¿Estás bien?Nick no supo qué responder. Roger lo miró con preocupación.—Tenés que hablar con alguien, Nick. No podés cargar solo con eso que llevás dentro.—¿Qué pasa si me estoy volviendo loco?Roger sonrió con comprensión.—Entonces asegurémonos de que no lo hagas solo.******En el despacho, Garden revisaba lo
Nick bajó al vestíbulo con paso inseguro. No recordaba haber esperado a nadie, pero la llamada desde recepción lo había inquietado. Al llegar, no vio a nadie conocido. Se acercó al mostrador.—¿Quién preguntó por mí?La recepcionista lo miró confundida.—¿Usted no llamó? Aquí no recibimos ninguna solicitud ni hicimos ninguna llamada, señor Brown.Nick sintió un escalofrío. Dio media vuelta y recorrió el hall con la mirada. Nada. Nadie.Al regresar a su habitación, encontró una hoja bajo la puerta. Era de su propio cuaderno. Reconocía su caligrafía… pero no recordaba haber escrito esa nota:“Nos veremos pronto. No tengas miedo. Te estoy esperando.”No estaba firmada. Nick miró hacia el espejo. El reflejo estaba ahí. Tranquilo. Silencioso. Pero esa nota… no era producto de su imaginación.******Esa noche, Nick intentó hablar con Jackson. Lo encontró en el pasillo limpiando las paredes con desgano. El joven lo detuvo con cortesía.—Jackson… necesito preguntarte algo.—¿Qué pasa?—El esp
Al día siguiente, Nick se dirigió al despacho de Garden con paso decidido. No quería seguir sintiéndose prisionero en su propio hogar. Al llegar, la recepcionista le informó que Garden no estaba disponible. Pero Nick insistió.—Es urgente. Solo necesito unos minutos.Finalmente, le permitieron pasar. Garden estaba frente al ventanal, como si lo estuviera esperando.—¿Qué sucede, Nick?—Quiero que me diga la verdad. Ese espejo… ¿qué es?Garden se giró lentamente, su expresión serena.—¿Te refieres al que colocamos en tu departamento?—Sí. Desde que está ahí, no puedo dormir tranquilo. Algo está mal. No me mire así, sé lo que vi.Garden no respondió de inmediato. Tomó asiento y le indicó que hiciera lo mismo.—Hay cosas en este hotel que no todos logran ver. Pero tú… tú eres especial, Nick. Quizá por eso estás percibiendo lo que otros no pueden.—¿Y por qué ponerlo justo en mi habitación?—Para observar. Para entender. A veces, la única forma de enfrentar nuestros temores es verlos refle
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