Nick no pudo dormir esa noche. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de su reflejo extendiéndole la mano desde el otro lado del espejo. Era como si una parte de él quisiera entregarse… y otra, resistiera con todas sus fuerzas.
Al amanecer, decidió salir a caminar por el jardín del hotel. El aire fresco lo ayudó a despejarse. Se sentó en una banca, con su cuaderno en las manos. Al abrirlo, encontró una nueva página escrita.
No recordaba haberla redactado.
“No tenés que tener miedo. Yo soy vos. Vos sos yo. Solo hace falta un paso más.”
Nick cerró el cuaderno con fuerza.
—Esto no puede estar pasándome —dijo en voz baja.
De pronto, escuchó una voz a su lado. Era Roger.
—¿Estás bien?
Nick no supo qué responder. Roger lo miró con preocupación.
—Tenés que hablar con alguien, Nick. No podés cargar solo con eso que llevás dentro.
—¿Qué pasa si me estoy volviendo loco?
Roger sonrió con comprensión.
—Entonces asegurémonos de que no lo hagas solo.
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En el despacho, Garden revisaba lo