Mi novio es el mejor cazador de la manada Luna Plena. Tres años atrás, antes de irse a esa misión secreta de Nivel S, me dijo: —Cuando regrese, haremos la ceremonia de marcado. Me aferré con devoción a esa promesa mil días y mil noches… hasta que, hace diez días, por fin, volvió. Sin embargo, mientras preparaba la ceremonia, escuché por casualidad su conversación con su compañero. —¿Va a marcar a Elena? Entonces, ¿qué será de Dolores y Esteban? El niño tiene más de dos años y es su copia exacta —dijo el hombre, antes de añadir—: Si Elena descubre que durante todos estos años usted fingió una misión secreta para ver nacer a Esteban y criarlo… —Ella jamás debe saberlo. —Octavio lanzó una mirada decidida a su subalterno—. —Que Dolores controle su lengua y al niño. Mi única compañera de alma será Elena. ¿Dolores? ¿Niño? Mientras yo rezaba día y noche por su vida, él estaba criando un hijo con otra… Furiosa, apreté los puños hasta clavarme las uñas en las palmas y, al encerrarme en mi cuarto, llamé a mi padre: —Papá… quiero volver a casa.
Leer másRecuperé el sentido cuando Mateo me llevaba a casa. Al abrir la puerta, me detuve en seco. —Sabes, Octavio, no es por otro. Simplemente, ya no te quiero. Dentro de mi cuarto, evité el abrazo de Mateo y le dije: —Perdón por arrastrarte a su odio. —¿Y si lo hice a propósito? Él me abrazó con dulzura.—Elena, te quiero desde niños. Cuando quise declararme, ya tenías compañero del alma. Permíteme luchar por ti ahora. ¿Déjame ser tu compañero del alma? Su aliento caliente rozó mi oreja. Un aroma a pino y manantial emanó enseguida de su cuerpo, envolviéndome por completo.Sentí a mi lobo interior, silencioso por tanto tiempo, estallar en una profunda y renovadora alegría. Nunca volví a ver a Octavio desde entonces. Hasta el final de la cacería de Luna Sangrienta. Mateo me tomó la mano y me guio a un espacio silencioso del bosque. La manada Luna Sangrienta ansiosa esperaba allí. Al vernos, se transformaron en lobos, aullando de gozo bajo la indescriptible luna. Entre nubes con forma
La apariencia de Octavio me dejó asombrada.Su cabello, antes impecable, colgaba algo desordenado, sus ojos estaban hundidos, y tenía una barba de varios días. Nada de un cazador orgulloso. No dije ni una palabra. Intenté entrar. Su mano atrapó mi muñeca.—Ha pasado tanto tiempo sin vernos, ¿no tienes ni una palabra para mí?Me detuve en seco. —Nada.Después de escucharme, su tono se llenó de esperanza.—Elena, Dolores y el niño ya se fueron. Reconozco mi error. Dame una oportunidad. Vuelve conmigo. Todo será como antes.Retrocedí un paso y liberé mi brazo.—¿Volver? ¿Adónde? ¿A ver la felicidad familiar de ustedes tres?—Elena, no digas eso. Esa noche solo cuidaba a Esteban. Juro que eso jamás se repetirá. Me miró, angustiado.—Dolores solo fue la esposa de mi compañero. No tengo ninguna relación con ella. Por favor, perdóname esta vez. Vuelve a casa conmigo.Era un excelente actor. Seguía su actuación al pie de la letra. De pronto, solté una risa.—¿Me tomas por tonta? Ese día Dol
—Octavio, sé que te preocupa Elena, pero deja de hablar tonterías.Dolores forcejeó con violencia. —Soy su madre. Estás insultando mi amor por Esteban.—¿Amor? Él sonrió con burla, transformando sus manos en unas enormes garras afiladas de lobo que se fueron clavando en su hombro.—No actúes ante mí. Sabía que algo andaba mal ese día, y ya investigué todo. Instigaste a Esteban a entrar al cuarto de Elena y lo hiciste tirar del borde más alto para poder culparla. ¿Crees que, por hablar dentro de la habitación y luego correr afuera, no lo descubriría? Eres ingenua, Dolores. Para expulsar a Elena, incluso lastimaste a tu propio hijo. No mereces ser madre.Dolores supo que Octavio tenía pruebas y no le creería de ninguna manera. Llorando desconsolada, lo admitió.—No fue a propósito, Octavio. No quise lastimar a Esteban. Probé la altura, solo sufriría heridas pequeñas. ¡Es mi único hijo! ¿Cómo lo dañaría? Hice esto solo porque te amo demasiado. Tenía miedo de que después de la ceremonia d
Punto de vista de ElenaEn casa, bajo el cuidado de mi padre, me sentía mejor. Después de revisar el teléfono, vi decenas de llamadas y mensajes de Octavio.“Elena, ¿dónde estás? Entiendo que te sientes de mal humor. Déjame explicarte”.“Si no quieres verme, está bien. Vuelve a casa. Vigilaré tu puerta. Solo... no desaparezcas”.“¿Estás en la manada Luna Sangrienta? Por favor, dime algo. Estoy muy preocupado por ti”.“Elena... la fiesta de Luna Sangrienta se acerca. Prometí marcarte en la cacería. Vuelve pronto, por favor.”Contemplé el último mensaje hasta que me acordé de la noche de su partida hacía tres años.Octavio acababa de ganar la medalla del Cazador Dorado. La manada lo rodeaba en señal de celebración.Él cruzó la multitud para poder besarme con pasión.Dijo, con voz angustiada: —Cuando regrese, te marcaré aquí mismo. Y serás mi esposa.Sus ojos verdes ardían con tal pasión que me derretí. Ahora ese recuerdo tenía un sabor a amargura. Por la edad de Esteban, Dolores ya e
Tras enviar el mensaje, intenté descansar, pero recibí una llamada de Octavio. —Elena, deja el drama. Sé que no quieres vivir con Dolores y Esteban. Te prometo que, después de que el niño se mejore, se irán. Perdón por enfadarme... Pero Esteban todavía es un niño. No puedes hacerle daño alguno, ¿de acuerdo? Recién he vuelto de una misión, estoy cansado. Basta de caprichos, por favor. —Nunca fui caprichosa ni juego con separaciones. Acabemos de una vez por todas. En serio. Me dolía mucho. No quería pelear con Octavio ni saber qué quería decir. Corté la llamada y silencié el celular. Cerré los ojos.Punto de Vista de OctavioAl cortarme Elena, un pánico extraño me ahogó. Como si hubiera perdido algo vital.Después de varias llamadas sin obtener respuesta, contacté a Carlos, mi compañero de la manada.—Ve a mi casa. Elena está de mal humor. Estará herida. Llévale algunas medicinas. Dile que vuelvo pronto. Y que me llame.Dos horas más tarde, Esteban salía de enfermería. Mi teléfono s
Octavio arrastró a Dolores hacia afuera mientras Esteban lloraba aterrorizado. Pero ya no tenía fuerza alguna para reaccionar. El anillo de hueso dominaba mis pensamientos. No podía aguantarlo más. Me cubrí entre las cobijas, para llorar desconsoladamente hasta que me quedé dormida. Sin embargo, eso no duró mucho. De pronto, unos golpes en la puerta me despertaron. Pero, al abrir, no había nadie. Cuando quise volver a la cama, la escena en la sala me paralizó.Octavio, de espaldas, le contaba un cuento a Esteban, mientras lo sostenía en brazos. Dolores se encontraba en el sofá, con los ojos cerrados, escuchando al igual que su hijo. Era la composición perfecta de un bello cuadro de armonía familiar... Donde yo sobraba. Intenté retirarme enseguida, pero, de pronto, capté la mirada de Dolores: triunfal y algo desafiante. Fue entonces cuando comprendí la situación.Ella había sido la que había llamado a mi puerta para que viera aquella escena. Quería que viera cómo los tre
Último capítulo