Volviendo al día en que llené el formulario de registro de parejas, decidí poner el nombre de mi hermana, Sara Rojas, porque quería dejar que ella y Hugo García estuvieran juntos en esta vida. Le di a mi hermana mi vestido de novia y mi anillo, que simbolizaba mi relación de pareja, antes de que Hugo me lo pidiera en persona. Facilité cada uno de sus encuentros sin quejarme. Cuando él llevó a Sara a los territorios del sur para luchar en la guerra, hice las maletas y me fui a las praderas del norte a estudiar en la universidad sin avisárselo. Hice todo eso porque en mi vida pasada, dediqué la mitad de mi vida a mi familia, pero Hugo, luego de ser ascendido por mejor guerrero de la tribu, se arrodilló ante su hijo y me suplicó que me divorciara de él y cediera mi lugar a Sara. Luego de renacer, decidí no casarme con él y perseguir mi sueño: estudiar en la Universidad de Hombres Lobo, ubicada en las praderas del norte, y convertirme en doctora, para así vivir la vida libre que quería.
Ler maisÉl se cubrió la cabeza con las manos. Dijo con tono de arrepentimiento: —En mi sueño, era un idiota. Lo siento mucho, quiero compensarte...Di un paso atrás y contesté con tono distante e indiferente: —Si de verdad quieres compensarme, entonces vive feliz con Sara y no vuelvas a molestarme.Sus hombros se hundieron de golpe. Me suplicó con una mirada de pena: —¿No tengo ninguna oportunidad? ¿De verdad no puedo estar contigo?Señalé la puerta para echarlo. —Vete, ¡nunca podremos estar juntos!Ya que él y Sara vivían aquí, no tenía sentido que me quedara en ese lugar. La casa de los García nunca había sido mi hogar. A la mañana siguiente, preparé mi equipaje y llamé a la puerta de la madre de Hugo. Le entregué una tarjeta bancaria y le dije: —Señora, gracias por cuidarme todos estos años. Este dinero es para agradecerles por criarme.Ella se sorprendió por mi gesto y enseguida lo rechazó con la mano. —Alba, eso no puede ser...—Tómalo, es posible que no nos veamos a menudo en el futuro.
Durante las vacaciones de invierno, la madre de Hugo me llamaba sin parar.—Se acerca la Navidad. Celebramos la Navidad juntos todos los años. ¿Cuándo volverás?No quise volver, pero los padres de Hugo me criaron, así que no podía ser tan cruel. Luego de pensarlo un tiempo, compré un billete de barco y regresé a la Tribu Alba con un montón de especialidades locales.En cuanto entré en la villa, oí la estridente reprimenda de Sara.—Hugo, ¿cómo has podido hacerme esto? ¡Estoy embarazada de tu hijo!Me quedé paralizada, viéndola con su vientre abultado, señalando a Hugo y maldiciendo. La cara de él se ensombreció, pero aun así logró calmarla. —Sara, cálmate. El médico dijo que no te emociones demasiado. No es bueno para el bebé.—¡Quiero ese collar de piedra lunar! ¡Cómpramelo ya! —Le demandó.—Sara, te lo compraré el mes que viene, ¿vale? Te compré un bolso en la casa de subastas hace dos días, no me sobra dinero... —Él respondió.—¿Escondiste el dinero en secreto y se lo diste a mi her
Pensé que Hugo dejaría de molestarme después de ese incidente, pero no esperaba que Sara también viniera por mí. Rogó a Hugo: —Regresemos para terminar nuestra relación. ¡No quiero robarle la pareja a mi hermana! ¡Soy una mala persona!Ella tiró del dobladillo de la ropa de Hugo, llorando desconsoladamente. La atención de él se desvió de inmediato. Abrazó a Sara con una mirada angustiada, susurrando con dulzura: —Sara, no llores. No es tu culpa. Es mi culpa. Te hice daño. ¡Volveré contigo!En ese momento, ella me miró, intentando arrodillarse, y me dijo: —Hermana, lo siento. No te enfades con Hugo. ¡No tenemos ninguna relación!Hugo la agarró y me fulminó con la mirada. —Alba, ¿estás satisfecha? ¡Hiciste todo esto solo porque envidias a Sara! ¡Te juzgué mal!Armaron todo ese escándalo, y varios de mis compañeros que pasaban se detuvieron a observarnos, pero no me vi afectada en absoluto. Les dije con indiferencia: —Si no quieres que tu buena hermana sufra, llévala de vuelta. Son la pa
El aire de la pradera del norte era seco y dulce. Mientras caminaba por el campus de la universidad, sentí como si hubiera renacido.Durante el día, iba a las clases, esforzándome por adquirir conocimientos que había olvidado en mi vida pasada. Por la noche, trabajaba a tiempo parcial en el campo de entrenamiento entrenando a las crías de lobo. También recogía los materiales didácticos, hasta que me dolía la espalda y las piernas. Pero ese cansancio me hacía sentir tranquila.Un mes después, me adapté a esa vida ajetreada pero plena. Poco a poco fui olvidando a Hugo y los recuerdos de mi vida pasada se fueron desvaneciendo con el tiempo.Sin embargo, no esperaba que él viniera para buscarme. Estaba debajo de mi edificio de residencia. En cuanto me vio, me preguntó enfadado: —Alba, ¿por qué pusiste el nombre de Sara en el certificado de pareja? ¿Y por qué no fuiste al territorio del sur?Lo miré en silencio y dije, sin que se alterara la quietud de mi corazón: —¿No era tu deseo que Sara
Unos días después, Hugo pidió un permiso de medio día para recogerme en la estación de tren, pero esperó todo el día y no me vio. Durante ese tiempo, no dejó de llamarme, pero no contesté al teléfono. Él empezó a sentirse un poco inquieto y también un poco enfadado. Luego llamó a su madre, pero ella titubeaba, pues no sabía dónde estaba.Hugo decidió pedir permiso en el ejército y llevó a Sara de vuelta a la Tribu Alba. Al entrar en casa, se dio cuenta de que estaba decorada de forma festiva, con cintas de colores y globos colgados por todas las paredes. Parecía que celebrarían una fiesta; sin embargo, a Hugo no le importó. Se dirigió a mi habitación, pero al entrar, se quedó estupefacto, pues estaba vacía.Sintió una inexplicable inquietud. Al darse la vuelta, se encontró con su madre, que vino a buscarlo. —Mamá, ¿dónde está Alba? ¿Por qué han desaparecido todas sus cosas?La sonrisa de su mamá se congeló, pero tomó a Hugo de la mano y le dijo: —No te preocupes por ella. Tú y Sara ba
Justo cuando pensaba que iba a morir allí, oí el sonido de una intensa batalla.Los lobos que me atacaban se dispersaron y alguien me preguntó con preocupación: —Señora, ¿está bien? ¿Puede levantarse?La patrulla llegó justo a tiempo, me rescató y me llevó al hospital. Estaba tumbada en la camilla, con dolor en todo el cuerpo; pero, por suerte, no tenía lesiones graves. El médico dijo que con unos días de reposo me recuperaría. Fueron los policías quienes se encargaron de someterme a una serie de exámenes médicos. Cuando oscureció, Hugo entró en la sala, muy cansado, y vio que yo estaba despierta. Se sintió algo perturbado.—Alba, ¿cómo te sientes? ¿Estás mejor?Lo miré sin expresión y no dije nada, mientras que él se frotaba las manos; como un niño que había hecho algo malo. Luego añadió: —Sara estaba asustada y me pidió que la acompañara, ya sabes, es muy débil.Al ver que no reaccioné, se puso un poco nervioso y me explicó con ansiedad: —Cuando nos atacó la manada de lobos, la sit
Último capítulo