039.
Selene se quitó la ropa en la oscuridad. No por pudor. Sino por necesidad.
El cuerpo necesitaba liberarse. De la humedad. Del olor ajeno. De la ropa que aún tenía aroma a Florencio.
Caminó desnuda hasta el futón. Se dejó caer.
Las piernas abiertas, sin defensa. La piel caliente. Los pezones duros como piedras.
El deseo le latía en la boca del estómago. Pero no se tocó todavía.
Cerró los ojos. Imaginó.
No a él tocándola.
A él mirándola.
Y eso fue suficiente para que su vulva palpitara.
🌑 🌊 🐾
Florencio dormía afuera. Apoyado contra la madera. El cuello torcido. La espalda incómoda.
Pero no se quejaba.
Porque la sentía del otro lado de la puerta. Y eso bastaba.
Hasta que soñó.
Y el sueño fue brutal.
Él, desnudo, en medio del bosque. Ella, también desnuda, pero con ojos de loba. No hablaba. Solo lo miraba.
Y luego, sin aviso, lo montaba. No con ternura. Con hambre.
Sus uñas le abrían el pecho. Sus caderas se movían con furia. Él gemía, jadeaba, se corría… y ella lo olfateaba como si fu