CAPÍTULO 55: EL GUARDIÁN QUE NO PEDÍ
Eden
Despierto con un zumbido en los oídos y la cabeza hecha un desastre. Al principio, no sé si estoy soñando o si morí y fui al infierno, porque la decoración definitivamente grita mafia millonaria con complejo de Dios. Techos altos, muebles oscuros, un olor caro que no puedo identificar, pero que seguro cuesta más que mi salario anual.
Intento incorporarme, pero el cuerpo me pesa como si me hubiera pasado un carro por encima. Entonces lo veo sentado en una butaca, con las piernas cruzadas, un café en la mano y esa mirada de "te lo advertí, pero claro, tú tenías que hacer drama", está él.
El Pecador.
—¿Qué demonios…? —me enderezo de golpe, un poco más rápido de lo recomendable porque el mareo me hace tambalearme—. ¿Dónde estoy?
—En una de nuestras propiedades —responde con ese tonito despreocupado que me dan ganas de lanzarle la lámpara más cercana—. ¿Debería sentirme ofendido porque no reconoces el estilo Volkov?
—¿Qué haces aquí? ¿Acaso tu herm