Pero entonces, cuando las empujaron al interior de una camioneta negra…
—¡Deténganse, idiotas! —rugió una voz familiar.
Aria abrió los ojos con el corazón detenidito.
Arthur.
Bajó del vehículo, sin máscara, respirando agitado.
Los hombres se apartaron para dejarlo pasar.
Sofía sollozó al verlo.
—¿Arthur? ¿Qué estás haciendo? ¡Dios, pensé que… que iban a matarnos!
Arthur la ayudó a subir, intentando calmarla.
—Fue la única forma. No podía acercarme a ustedes ahí dentro. Todas las salidas estaban vigiladas. Teníamos que sacarlas rápido.
Aria seguía temblando.
Sentía frío y un shock extraño.
Arthur se acercó a ella, tomó su rostro entre las manos con desesperación.
—Aria… estás bien. Te tengo. No voy a dejar que ese monstruo te siga usando —susurró, mirándola con la misma intensidad de siempre.
Y entonces la besó.
Como si intentara recuperarla.
Como si intentara recordarles a ambos quiénes eran antes de Victtorio.
Pero Aria…
Aria no sintió nada.
Nada excepto un recuerdo que le quemó la b