La noche había caído sobre Manhattan como un telón de terciopelo negro, iluminado por las luces doradas del lujoso Hotel Harrison, propiedad de una de las familias más poderosas de la ciudad. Allí se celebraba la esperada fiesta de bienvenida del senador Adrián Vega, un evento donde convergían políticos, empresarios, herederos y tiburones sociales que olían la sangre del poder.
La fila de automóviles de lujo frente a la entrada parecía interminable.Limosinas negras, Ferraris rojos, Rolls-Royce blindados. Nada estaba fuera de lugar. Nada era pequeño. Nada era discreto.
Aria respiró hondo dentro de la limusina.
Aria llevaba un vestido negro de Atelier Versace, una pieza de seda ajustada que delineaba cada curva sin caer en lo vulgar. La espalda descubierta dejaba ver la piel suave y luminosa, mientras la falda tenía una abertura lateral que llegaba hasta el muslo, mostrando solo lo suficiente para volver locos a todos los presentes. Su cabello estaba recogido en un moño elegante, dejand