Los días en la Cuenca se convirtieron en una mezcla constante de adrenalina, cansancio y competencia. Las rondas tres, cuatro y cinco marcaron la mitad del torneo y exigieron a cada manada su mejor versión.
La tercera ronda fue una caza nocturna. Las manadas debían rastrear presas virtuales con transmisores mientras esquivaban trampas electrónicas y drones que simulaban ataques. Luna Creciente destacó desde el primer minuto: Nikolai encabezó el rastreo como si tuviera un mapa invisible en la mente, Claus cubrió la retaguardia con disciplina impecable, y Diana derribó tres drones con su arco antes de que se acercaran demasiado. Quedaron en segundo lugar. Estrella Plateada llegó en tercero, y aunque Viktor mantenía un paso constante, su hombro nunca dejó de cargarle la factura.
La cuarta ronda fue un laberinto urbano creado dentro del complejo: muros artificiales, escaleras metálicas, paneles electrónicos para hackear. Alex fue el cerebro; los trillizos, la distracción perfecta; Diana,