Mundo ficciónIniciar sesiónKarina Wilson huye de una deuda de muerte y de un padre que la entregó. Su único refugio es la mansión de Andrew Thorne, el Ceo al que cuida tras el accidente que lo dejó en una silla de ruedas, transformándolo en un hombre amargado y cruel. Andrew no es solo su paciente, es su tirano. Y cuando descubre el secreto de Kary, ve en su desesperación la oportunidad perfecta para la venganza. Andrew le ofrece un contrato: Él paga la deuda, extingue la amenaza y le da su apellido. A cambio, Karina debe convertirse en su esposa por conveniencia, su arma silenciosa para humillar a la familia que lo traicionó. Ella acepta su prisión de oro, pero el tirano no contaba con que Kary no solo lucharía por su vida, sino por la suya. En este matrimonio falso, el odio y el deseo se mezclan, y la dulce rebelde podría ser la única capaz de sanar el corazón de hielo del hombre que juró jamás confiar en nadie. ¿Podrá el amor nacer en medio de la venganza y un contrato despiadado?
Leer másPOV ANDREW Eran las siete de la mañana. La oscuridad que tanto amaba seguía aferrada a mi habitación, pero mi mente estaba completamente iluminada por la luz fría que emitía la tableta sobre mi regazo. Yo estaba en la cama, pero mi mente estaba muy lejos de cualquier descanso. La tableta yacía en mi regazo, iluminando el informe final de Zack. Diez páginas de miseria, desesperación y traición. La prueba de mi estrategia.El documento era quirúrgicamente factual, desprovisto de emociones, como a mí me gustaba. Kary Wilson. 22 años. Huida. Padre, Jonathan Wilson, ludópata crónico. Deudas por $487,000 con el usurero Ciro Martínez, un nombre que apestaba a sangre y callejones oscuros. El agujero financiero era un abismo, y Kary no solo estaba en quiebra, sino en grave peligro.Cerré la tableta. La furia que sentía no era la de un hombre herido, sino la de un estratega que acababa de confirmar la debilidad total de su enemigo—o en este caso, la desesperación de su peón. La amenaza de Ci
POV KARINA Habían pasado quince días. Quince días que se sintieron como una vida entera luchando en las trincheras. Mi uniforme era la misma blusa floral y un par de vaqueros desgastados. Mi trabajo no era solo darle pastillas o servirle el desayuno; mi trabajo era ser el blanco. Andrew era un paciente horrible. Se negaba a cooperar en las terapias, se reía sarcásticamente de mis torpes intentos de estirarle las piernas y encontraba una frase cortante para cada comentario que yo hacía. —¿Puedes al menos concentrarte, Kary? —me había espetado esa mañana mientras yo intentaba untarle la pomada en los tobillos inmovilizados. Mi trabajo, según descubrí al segundo día, consistía en hacer todo lo que nadie más en la mansión quería hacer. Lewis, el asistente, solo se encargaba del movimiento pesado. Yo era la responsable de la nutrición, el medicamento, el entretenimiento (aunque su entretenimiento favorito era gritarme) y la agotadora rehabilitación. Pero cada insulto que él me lan
POV KARINAEl frío de la madrugada de Nueva York se había ido, reemplazado por la ansiedad. Cada paso que daba por los senderos de la mansión Thorne era un desafío. La espalda me ardía; el dolor, un recordatorio constante de la pesadilla de la noche anterior. Había usado todo el dinero restante del hotel para el taxi, y ahora estaba de pie ante una puerta de caoba que parecía la entrada a mi infierno. Esta no era una entrevista. Era un acto desesperado. El edificio era demasiado grande, demasiado elegante, y yo estaba demasiado rota. Me ajusté la blusa de flores sobre los hombros, forzando una sonrisa profesional. Tenía que conseguir este trabajo. Tenía que obtener ese alojamiento. Era el único lugar donde Ciro y mi padre no me buscarían.Cuando levanté la mano para tocar el timbre, la voz furiosa de un hombre me detuvo.—¡No quiero a una maldita cuidadora! —Su grito atravesó la puerta con tanta fuerza que me hizo retroceder un paso, justo sobre el césped recién cortado.Escuché
POV Karina El frío de la madrugada de Nueva York se coló por las finas rendijas de mi chaqueta, erizándome la piel. Eran las tres de la mañana. El turno en El "Refugio" acababa de terminar y caminaba a casa, arrastrando los pies por la acera húmeda. El olor a cerveza barata y cigarrillo se adhería a mi ropa, una prueba persistente de las ocho horas de sonrisas forzadas y propinas míseras. Cada paso era una victoria ganada al agotamiento. Saqué el teléfono. No para mirar las redes sociales o mensajes de amigos; hacía mucho que había renunciado a la frivolidad de la vida social. Lo hice para revisar mi cuenta bancaria. Cero. El último cheque lo había usado para pagar los intereses abusivos de la deuda del mes pasado. El agujero financiero que mi padre había cavado con sus apuestas y su estupidez era más grande que nunca, tan vasto que se había tragado no solo mis ahorros, sino también mi paz mental y mi futuro. Necesito un segundo trabajo. Uno que pague bien. Uno que no me obligu
POV ANDREW THORNEEl reloj marcaba las 5:00 p.m., pero la oficina, con sus paredes de cristal y vistas a Manhattan, ya estaba sumida en una oscuridad artificial. Yo estaba metido hasta el cuello en proyecciones trimestrales. La frustración era un nudo caliente en mi pecho, y no era por el balance de la empresa. Era por el maldito teléfono vibrando sin parar sobre el escritorio. Alison.—¿Ya saliste, cariño? —Decía su voz en el décimo mensaje de voz—. Date prisa. Quiero llegar a los Hamptons antes de que anochezca.Ella no pedía, exigía. Y yo, Andrew Thorne, el heredero de todo esto, el hombre que le decía a la gente qué hacer, me apresuraba a complacer a una mujer. Me puse la chaqueta de seda sin abrochar y agarré las llaves del Bentley, dejando un desastre de papeles y una junta de directores a medias.“Un fin de semana perfecto,” pensé, con una ironía amarga. Solo éramos perfectos si yo le daba lo que quería.Salí del rascacielos y me lancé al tráfico denso, haciendo rugir el mo
Último capítulo