KOSOVO
Unas semanas después.
La lluvia caía a cántaros, Victoria y Stefan se habían instalado en la cabaña indefinidamente. Viviendo una segunda luna de miel. Stefan no necesitaba asistir a sus empresas, desde su computadora movía el mundo.
Victoria por su parte preparaba una sucursal para Kosovo de un albergue de Guerreras Valkirias.
Mientras trabajaba en el proyecto recibió un correo que esperaba con ansias. Ahora podría decirle a Stefan, se moría de ganas de hacerlo.
Entró en la pequeña oficina de Stefan con una sonrisa traviesa y la laptop en brazos. Stefan estaba en su escritorio, revisando informes de seguridad con la misma concentración de siempre. La silla de ruedas no lo hacía menos imponente. Seguía siendo el hombre que podía intimidar a un ministro con una ceja levantada.
— ¿Tienes cinco minutos en los que dejes de controlar el mundo? —preguntó ella, sin esperar respuesta.
—Depende. ¿Vienes a seducirme o a interrumpirme?
—Ambas —respondió, abriendo la l