NARRADO POR VICTORIA
Escucho a mi espalda a Stefan y a Giancarlo riendo. Como siempre, Stefan educa a su hijo a su estilo: brusco, provocador, pero efectivo.
—En ese campamento no te dan de comer, o la mano izquierda se lleva tus fuerzas. ¡Empuja la silla!
—¿Quién fue el genio que mojó los circuitos de la silla? —responde Giancarlo, con el mismo filo que su padre. Son idénticos.
—Debemos inventar una silla de ruedas apta para el mar.
—Apta para ex mafiosos, querrás decir.
—Ex no… En pausa. Cuando los babosos vayan detrás de tu hermana, conocerán a un mafioso.
Ese Stefan está loco. Y lo creo capaz. Está absolutamente enamorado de la idea de que tengamos una nena. Pienso en cómo era con Adriana y tiemblo. Pero bueno, quizás yo también regrese a ser la Sirena… por descender a mi hija.
—Ya no puedo más —escucho decir a Giancarlo. Me giro y lo veo tirado en la arena junto a la silla de Stefan.
— ¿Dejarás a tu padre varado en la arena?
—Esperemos aquí a Victori