Capítulo 158. Amar y quedarse a pelear
Michael llegó a la casa de Halcón, que ahora era solo la casa de Diego. Tenía cosas de que encargarse, porque buscaba una excusa para no asistir a la boda de Guadalupe y Alessandro.
Las luces estaban apagada, solo de la terraza salía una luz, Michael fue allá y vio a don Massimo sentado tomando una copa de vino mientras contemplaba la tarde caer.
—Viejo, ¿estás bien?
Massimo giró su cabeza y lo miró con el ceño fruncido.
— ¿Qué haces aquí?
—Buscaba a Diego —respondió Michael riendo.
—Él salió con Rebeka y la bebé.
—Veo que está en un momento contemplativo, lo dejaré solo.
—Pasa Michael, sirvete una copa de lo que prefieras y acompañame un rato.
Michael se sentó de frente a Massimo en la banqueta al otro extremo sin beber nada, Massimo continuó:
—Me dijo Diego que habías salido muy rápido porque Victoria te había llamado. Creí que estarías ahora con ella.
Michael miró sus manos.
—Se acabó viejo, se acabó en serio. Pero somos amigos. Y aunque es ra