Damian
—¿Mató a su padre?
—¿Y a la Luna? —gritaban en la manada, incitados por el padre de Melanie y los otros hombres supuestamente “poderosos”. Lo que tenían era la costumbre de tenerlo todo a su favor. Mi padre les había dado beneficios para que lo apoyaran y ahora lo hacían por Ricardo. Con mi tío Rogelio nunca hubiese sucedido esto.
—Tenía razón el hombre del Consejo… —indicaba Ronan— los están colocando en nuestra contra.
Podía sentir como si la manada, el territorio mismo, estuviera en duda. No sabía quién gobernaba; el título de alfa estaba en jaque. ¿Sería mi hermano o yo? Era la gran pregunta. Pero cuando apareció una pequeña comitiva, el ambiente cambió. Había murmullos alrededor y los guerreros levantaban sus armas. Verdugo hacía señas para que nadie se moviera.
—Esto es un juicio, ¿no es así? Su Majestad Alaric I está muy interesado en el desenlace, especialmente en confirmar que se haya realizado el acuerdo que firmó con alfa Horacio. Nosotras venimos a certificarlo —di