Sara, atrapada en un infierno de deudas y amenazas, nunca imaginó que su salvación vendría con forma de un hombre tan peligroso como irresistible. Alessandro D’amont no solo es el magnate más temido de los mares, dueño de cruceros de lujo y casinos, sino también el líder oculto de la manada de licántropos más poderosa del continente. Obligada a infiltrarse en su crucero Starlight para ganar una apuesta que le devolvería su libertad y salvaría a su hermana, Sara descubre pronto que las apuestas humanas no son nada frente a los juegos de los lobos. Entre miradas ardientes, colmillos ocultos y secretos mortales, Sara tendrá que decidir si caza al lobo… o se entrega a él. Pero cuidado: En este juego no solo está en riesgo su vida. Está su alma.
Ler maisLa sala estaba helada, pero no por el aire acondicionado. Había algo más. El aire era denso, cargado, eléctrico, como si cada molécula vibrara al ritmo de un peligro invisible.
El dueño del casino Faragón, Xiao, temblaba ligeramente. Sus manos sudaban sobre las cartas. Estaba a punto de perder una apuesta monumental, una que jamás debió aceptar. Frente a él, sentado con una calma casi inhumana, Alessandro D’amont, magnate de los cruceros, dueño de la empresa Verlice, jugaba con los fajos de billetes como si fueran simples servilletas. —Subo la apuesta —dijo Alessandro con su voz profunda y suave a la vez, como un murmullo peligroso. Cinco millones más. Las gafas oscuras ocultaban sus ojos, pero todos sabían que había algo extraño en ellos. Algo no del todo humano. Bajo la luz, los tatuajes de sus manos —antiguos símbolos de manada—parecían brillar débilmente, un aviso para quienes sabían mirar. El frío en la sala no era solo aire. Era el poder contenido, el de un alfa que podía devorar a todos si lo deseaba. Xiao tragó saliva y decidió retirarse. No valía la pena perder más. —Fue un buen juego… —murmuró, intentando mantener la dignidad. Pero cuando buscó bajo la mesa el arma que había escondido, Alessandro ya la sostenía entre sus dedos. —¿Buscabas esto? —dijo, sonriendo apenas, mostrando los colmillos. No eran extensiones quirúrgicas, ni adornos. Eran reales. Xiao se quedó helado. —¿Cómo lo tienes…? —Eres muy descuidado, humano. Los guardias de Xiao apenas tocaron sus armas cuando Alessandro ya estaba de pie. Imponente, casi dos metros de músculo y elegancia envuelta en un esmoquin negro perfectamente entallado. —¿Seguro? Si tienes mucha suerte podrías hacerme algún rasguño menor. Ay, pero tú, Xiao, tendrías un agujero muy divertido en tu frente —dijo Alessandro sin perder de vista el objetivo. —¡Bajen las armas! —ordenó Xiao, sabiendo que no podían ganar contra un lobo. Alessandro dejó caer una tarjeta al suelo. Una invitación VIP para su juego. —Estoy aburrido. Mándenme a alguien digno para mi inauguración en el crucero Starlight. Si logra ganarme, recuperarás tu fortuna, Xiao. Pero te advierto… no todos los juegos son para humanos. Y salió, con una risa baja y peligrosa que resonó mucho después de que la puerta se cerrara, dejando a todos helados. La sala quedó en silencio. Xiao golpeó la mesa, furioso. —¡Maldito lobo! —Los francotiradores están listos afuera, señor. Podríamos asesinarlo y recuperar el dinero —afirmó uno de sus guardias. Xiao en un ataque de ira lanzó el maletin vacío hacia la cabeza de su subordinado. De esa form un río de sangre corrió por su frente sin causar emociones en ninguno de los desalmados. —¡Su manada me asesinaría, idiota! —gritó Xiao. Desde la puerta, una figura femenina entró dando suaves toques. Sara, vestida de rojo, con lentejuelas que reflejaban la luz como llamas vivas. Cabello escarlata, ojos esmeralda, piel marcada apenas por las pecas escondidas bajo el maquillaje y disimiles tatuajes de mariposa u enredaderas qué viajaban de sus brazos al cuello en tonos vibrantes. —Yo puedo hacerlo —dijo ella, su voz era firme ante tal difícil reto. Xiao se volvió hacia ella y le miró como quien observa a una mosca que caerá en las garras de una planta carnívora. Aunque realmente, Sara vivía en la propia boca de la planta esperando que esta no cerrase de una vez los dientes. —¿Tú? ¿Contra él? —dijo Xiao entre risas. —Lo haré por mi libertad y la de mi hermana. Le ganaré en las puestas del crucero —respondió Sara y los dedos se afianzaron en el marco de la puerta con algo de temor, pero tratando de disimularlo. Podría ser su última oportunidad. Xiao rió, caminando hacia ella y ondulado su lago cabello negro atado en una coleta. Sus atuendos eran los tradicionales trajes asiáticos rojos con dragones. —Sabes que no puedes ganarle, zorrita. Pero Sara no apartó la mirada, entre temblores le encaró con una sonrisa. —Déjame intentarlo —dijo en un tono alto y confiado la joven chica. Xiao la tomó por el cuello, apretando con fuerza. Las marcas de sus dedos se iban pronunciando en su piel, aunque ella no se quejaba, no pedía auxilio, no era algo nuevo. A penas ella podía respirar y no la soltó hasta sacarse de su miedo. Solo se sintió completo al verla tratando de recuperar el aliento en el suelo arrodillada. Para que no intentase pararse le pisó la cabeza contra el suelo. —Tu deuda es más grande de lo que crees. Sara jadeó, sin embargo, no suplicó. Ya no quería hacerlo más. —Lo sé… pero si gano, me dejarás libre. Sus ojos se levantaron como puñales qué deseaban pelear, pero no podrían hacer nada para liberar estas cadenas si atacaba de frente. Xiao sonrió triunfante y deseoso de ver un buen espectáculo. —No debes confundir deudas con apuestas. Aun así, irás. Uno de los guardias salió y volvió con un fierro al rojo vivo. Una X de ocho centímetros en la punta qué brillaba en amenaza. Los guardias la aguantaron por ambos brazos y Xiao rompió su vestido en la zona de la espalda. No tenía forma de huir de esto y la pobre chica solo plideció rogando internamente que no doliese tanto. —No… no hagas eso… me necesitas intacta. Xiao negó lentamente Mientras tarareaba. —No, zorrita. Después de hoy, no me servirás más de prostituta. La sujetaron, la forzaron al suelo. Sara gritó, pero uno de los guardias le metió un pañuelo en la boca. Xiao terminó de rasgar su vestido liberando una espalda llena de pecas y con varias marcas de haber sido maltratada antes. Sintió cómo el fierro caliente marcaba su espalda, una X ardiente que quemaba su piel. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin remedio y los gritos fueron ahogados por el sucio pañuelo. Cuando por fin la soltaron, Xiao se inclinó sobre ella y dejó su repulsibo aliento en el rostro de Sara. —No basta con eso. Los lobos huelen el miedo. Necesitamos algo más —dijo sádicamente y sonrió ante el futuro dolor de la joven. Abrió una caja negra y mostró un frasco decorado con hermosos objetos plateados. —Es sangre de lobo qué se usaba en rituales antiguos. Bébela. —No… —susurró Sara, horrorizada. Pero no tuvo opción. Le abrieron la boca, y sintió el ardor bajar como fuego líquido. Su piel se tensó, las venas negras se marcaron y algo dentro de ella gritó. Xiao sonrió satisfecho. —Ahora hueles a loba. Ve. Sedúcelo. Mátalo. Si no… mato a Andrea —dijo dejándola libre y viendo como se recluia en una esquina—. ¿No dejarás qué ella sea quien pague las deudas con su cuerpo, no? Dijiste que tu pagarías todo. Sara fue a ir contra él, pero se detuvo en el acto. Aun no había perdido la cabeza. Los guardias la tomaron de los brazos y se la llevaron de la sala. No habría piedad, era lograrlo o enfrentarse, no solo a la muerte sino a el hecho de que su amada hermanita de quince años ocupase su lugar para pagar los desastres. 💋♠️💋♣️💋💋♠️💋♣️💋💋♠️💋♣️💋💋♠️💋♣️💋 Muy lejos de allí, en un descapotable, Alessandro levantó la cabeza hacia la luna. El brillo plateado en sus ojos se encendió, y el aire a su alrededor vibró con un poder ancestral. Era imposible no percibir ese aroma para un alfa, a penas el frasco se destapó. —Interesante… —murmuró. Una cazadora. Una humana teñida con sangre de lobo. Qué jugada tan divertida. Sonrió dejando ver los colmillos, mientras su manada aullaba en la distancia. —Que venga ese atrevido. Estoy listo para jugar hasta la última carta.Sara intentó acercar sus labios a los de Alessandro, aprovechando la cercanía, pero este la tomó por el rostro y alejó su cara. —No volveré a ayudarte —le dijo él y le soltó el rostro en un brusco movimiento qué la hizo sostenerse de la mesa. —No pensé que los lobos huyesen de los conejos —le dijo ella entre risas, pero él salió de la habitación. Se dejó caer sobre la mesa y llevó la mano al pecho para soportar la presión de tenerlo tan cerca. Sentía que si se descuidaba sería devorada por él. No lo pensaba en un sentido abstracto, sino literal. Muchas veces se asomaban los caninos bajo sus labios al hablar. Le gustaría explorar esos ojos ámbar, pero los solía ocultar tras las gafas a no ser para eventos. Abrió la puerta tras refrescar y se encontró con el agetreo del exterior. ¿Qué haría para conquistar a Alessandro antes de que se completen los dos meses de viaje? No lo sabía, lo peor serían los juegos que atentan contra su sueño de libertad. ❤️💋❤️💋❤️💋❤️💋❤️💋❤️💋❤️💋❤️ Sar
Sara trató de descansar esa noche, pero los sueños invadieron su mente. Todo lo sucedido se repetía como una película. Sin embargo, en esta Alessandro continuaba el recorrido de sus manos hacia el interior de los muslos de la joven y besaba sus labios con tanta pasión que la hacían sentir asfixiada. La alarma sonó y se levantó de la cama empapada en sudor. Tardó un tiempo en reconocer donde estaba, hasta que notó que era su propio camarote en el barco. —Cierto —susurró y comenzó a vestirse para el día de hoy. Cubrió su cuerpo con un largo batín, no le gustaba ver su espalda, las mariposas y flores cubrían viejas cicatrices. Necesitaba tratar de hacer tiempo con él y ganarse su confianza o sería asesinada por Xiao. Iba a ponerse un bikini, pero la marca en su espalda saldría a la luz, por lo que usó una truza enterisa de color verde. Ese color resaltaba hermosamente con su cabello escarlata. Por sobre esta se lanzó una túnica de flores rosadas y rojas a forma de pareo que n
Sara respiró profundo y mantuvo su sonrisa. Por dentro el pecho le dolía de lo acelerado qué se puso su corazón y las manos le temblaban. "Joder, menos mal que usan los trucos que usaban en el casino que trabajaba", pensó y tomó otra copa para celebrarlo. Ya tenía cien mil dólares en su bolsillo. Aun así no era suficiente para pagar la deuda. Buscó a Alessandro con la mirada, pero este ya no estaba en su lugar. Había desaparecido. —Fue una jugada arriesgada —le dijo él desde la espalda. Ahora estaba interesado en ese pequeño conejo con garras de tigre. No esperó que ella sobreviviese a la primera ronda. —Tampoco esperé que no cayeras en mi trampa —respondió Sara con una sonrisa—. Como hicieron la mayoría que les dije que me dijiste que apostase al dos. —¿Quién eres? —dijo Alessandro sin rodeos y la tomó del brazo sin cuidado—. No perteneces aquí y tampoco deberías estar. —Lo siento por ti. No, no lo siento, simplemente quiero divertirme, señor D'amont —dijo Sara sin mied
Alessandro llegó a su habitación en otra de las salas de los camarotes Vip, la principal y más cara de las habitaciones. Ganada por su propio papel de dueño de todo el crucero Starlight. A penas entró prendió un cigarrillo y luego varias velas por toda la sala. —¡Su aroma no se va! —dijo apretando una de las velas hasta partirla entre sus dedos. La cera cayó en su dorso y el cálido goteo le hizo apartar la mente de Sara. Luego olió su propia mano con la que la había tocado y se dejó perder en ese recuerdo. La sangre que ella había bebido era especial, demasiado y muy cara. También el arma perfecta para atraer a un alfa y cualquier otro lobo que no estuviese enlazado. Alessandro se dio un baño para quitarse el sudor de aquella mujer de su cuerpo y trató de despejar la mente. Pero solo veía a Sara cuando cerraba los ojos. —Si no puedo borrarte de mi cabeza, debo asesinarte, pequeño conejo —susurró él al agua que caía por sus cabellos. Se vistió con un traje negro y puso sus ani
Sara fue guiada por un hombre lobo que dejaba al descubierto sus ojos color ámbar. Aquí todos lucían así, nadie ocultaba las bestias qué son. Ella se sentía observada y como algunos susurraban a sus espaldas. No entendía por qué. —Si desea, puede dejar sus cosas en la habitación y salir a cubierta para la despedida en el puerto. Es algo bello de ver, incluso habrá fuegos artificiales —le comentó el guía. Debía ser un Beta, dado su cuerpo tan débil en comparación con los alfas. —No me interesan las luces ni las despedidas —respondió Sara con una inocente sonrisa. Las odiaba, pero por sobre todo, no habría nadie para despedirla. Fuera de su hermana, ya no tenía a nadie. Por otro lado, debía aprovechar ese tiempo para revisar los alrededores ya que no habría tanta gente. —Entonces podrá descansar hasta la cena de las diez de la noche, participante —dijo el señor. La última palabra le resultó llamativa, pero se debería deber a los juegos que se llevarían a cabo. Apuestas, ella no
Sara recogió todas sus cosas de su pequeño cartucho. Quería pasar a ver a su hermanita al medico pero sería un problema teniendo en cuenta de que ahora Xiao la vigilaba continuamente. Tomó la baraja negra que le entregaron los de su cacino y recogió las mejores ropas que tenia. La mayoría eran piezas que solo servían para atraer a los hombres de malas andanzas. —No huelo nada raro —susurró ella frente a un espejo medio roto qué había en el pequeño baño y untó colonia para evitar malos encuentros. Le atraía la idea de poder ver a Alessandro una vez más. En ese casino él pasó por su lado y aunque no pudo ver bajo sus gafas, sabía que algo que le helaba la piel se encontraba bajo ellas. No sabía si fue su mirada, su enorme cuerpo o ese aire de superioridad marcada. De cualquier manera, ahora solo tenía algo que podría salvarle la vida: asesinarlo.Sara tomó la tarjeta vip de invitación y se fue con esta en una carterita para el crucero Starlight. El viaje en taxi fue largo y minutos a
Último capítulo